27 febrero 2010

La ruta de los faros. 2ª etapa.


Nos amanece un día soleado en el puerto de Conil. Hoy el desayuno no tiene de fondo los sonidos procedentes de un televisor sino el de las olas rompiendo a menos de 3 metros de nosotros y el graznar de las gaviotas. Después, mientras Lucía da un paseo a Candela yo marco en el navegador los datos que nos llevarán al primer faro de hoy: Trafalgar.

Dejamos la autocaravana poco antes de una barrera que impide el paso a cualquier vehículo que no tenga relación con el faro, y es que éste se encuentra en una zona declarada monumento natural. Es un paseo de unos 15 minutos por una carretera casi cubierta en su totalidad por la arena que el viento arrastra. Frente a este cabo de libró en 1805 la más sangrienta de las batallas ocurridas en aguas españolas y en la que la flota inglesa comandada por el almirante Nelson derrotó a la Combinada, formada por buques españoles y franceses y que terminó con 74 galeones en el fondo del mar entre el cabo y Cádiz.

Este faro tiene 34 metros de altura y un alcance de 29 millas marinas dando 2 más uno destellos cada 15 segundos. Comenzó a funcionar en 1862 teniendo entonces un alcance de 19 millas, en 1923 se colocó una óptica BBT de 900 mm. de distancia focal. La estructura de la misma, de vidrio y bronce, era tan pesada que amenazaba con hundir el faro, por lo que hubo que reforzar la torre con una envoltura de ladrillo y cemento de medio metro de grosor y 3 años más tarde se le añadieron unos contrafuertes en forma de nervios verticales que convergen en arcos apuntados, circunstancia que le ha dado una imagen propia y diferente a la de cualquier otro faro.

Tiene junto a su linterna unas cámaras orientadas a la cercana playa de Zahoria con las que se estudia su aspecto y su morfología. Frente al faro están los llamados bajos de la Aceitera, que obliga a los barcos de gran tonelaje a pasar a una distancia mínima de 8 kilómetros de la costa y a los pesquero a menos de 100 metros de la misma; esto dio lugar a una expresión marinera de la zona: Faro de Trafalgar, todo a tierra o todo a mar.

Seguimos nuestra ruta y después de atravesar Zahara de los Atunes y la playa llamada de los alemanes porque en ella edificaron y se quedaron a vivir después de la Segunda Guerra Mundial, protegidos por el régimen franquista, un grupo de militares nazis, llegamos a Punta Camarinal, donde en 1989 se restauró la torre vigía y se instaló en ella el faro. Estas torres tenían la puerta de acceso a cierta altura del suelo y el vigía accedía a ella mediante una escalera de mano. Cuando se restauraron para acondicionarlas como faros a cada una de ellas se le añadió una escalera exterior para alcanzar la puerta, siendo ésta de Punta Camarinal de caracol (ver fotografía).

Desde el faro parte una pasarela de madera que baja hasta la orilla del mar en la punta del cabo pasando junto a los restos del búnker y las ruinas de las baterías militares. El hecho de que la zona fuese militar durante muchos años ayudó (quitando estas construcciones bélicas) a conservar su aspecto natural y evitar la construcción masiva y descontrolada tan propia de buena parte de la costa andaluza.

La torre mide casi 20 metros de altura y el plano focal se encuentra a 75 sobre el nivel del mar, tiene un alcance de 13 millas, con dos ocultaciones cada 5 segundos.

Ponemos rumbo a Tarifa pero para ello tenemos que desandar parte de lo andado y volvemos a pasar por Zahara donde un desvío provisional por obras (siempre obras), la estrechez de una calle y media calzada ocupada por otra obra se suman a los 2,40 de ancho y 7 metros de largo de la autocaravana para complicarnos la mañana. Un par de abuelos del pueblo miran, gesticulan y hablan entre ellos seguramente preguntándose que a quien se le ocurre meterse por allí con un cacharro tan grande. Al final, como en la vida, de todo se sale y tomamos la carretera hacia Tarifa. Pasamos cerca de la playa de Bolonia (que buenos recuerdos de mi juventud con aquellos baños desnudos a la luz de la luna) con su inmensa duna, en otros tiempos virgen y punto de encuentro de hippies y los restos de Baelo Claudia, cuidad romana creada en torno a una factoría de salazones.

El viento casi constante en esta zona la ha convertido en destino ideal para los que practican el windsurf. Aquí convergen el Atlántico y el Mediterráneo y hace unos años el ayuntamiento de Tarifa basándose en ello creó un lema: Tarifa, paraíso entre dos mares. Pero el ingenio andaluz no tardó en sacarle punta al tema y, haciendo alusión a los vientos de la zona amplió el eslogan: Tarifa, paraíso entre dos mares... la mare que parió al levante y la mare que parió al poniente.

El de Tarifa es un faro cuya visión de cerca nos la robaron los militares, se encuentra dentro de una zona militar y hay que conformarse con verlo desde lejos. Es una pena que lugares como éste sean de uso militar y el pueblo no pueda disfrutar de sus vistas ni de su entorno. Situada a 36 grados 5 segundos norte la Punta de Tarifa es el punto más meridional de Europa. Al otro lado del estrecho, a 15 km. la costa africana con el puerto de Tánger en primer plano cuyas grúas, en días claros como hoy, se ven perfectamente desde Tarifa.

Poco a poco vamos despidiéndonos del Atlántico y nos acercamos a la costa mediterránea. Camino de Algeciras la carretera tiene un trazado con unas vistas preciosas al Estrecho de Gibraltar y la costa africana y son dos faros, el de Estepona en una orilla y el de Ceuta en la otra los que marcan de noche a los buques procedentes del Mediterráneo la referencia de su paso.

Seguimos nuestro camino hacia levante y poco antes de entrar a Algeciras, cuna del genial Paco de Lucía, una estrecha carretera (demasiado algunas veces) nos lleva al faro de Punta Carnero, camino de Getares. Este faro data de 1874 y su altura es de 22 metros. En 1924 se le instaló una nueva linterna, 1973 fue electrificado y en 1999 restaurado por completo. Su torre es cilíndrica de sillería arenisca de color ocre. Responde a un modelo similar a otros diseñados por Jaime Font como el de Chipiona y el de San Jerónimo. La linterna, de aluminio, tiene el plano focal a 42 metros sobre el nivel del mar y 19 sobre el terreno, tiene un alcance de 16 millas y emite 4 destellos cada 20 segundos.

En Estepona una hilera de eucaliptos se interpone entre el paseo y el faro ocultándolo casi por completo a pesar de sus 20 metros de altura. Está junto al puerto y se construyó en 1922 instalándosele una nueva linterna aeromarítima en 1958. Su torre octogonal es de piedra tallada y el faro tiene un alcance de 18 millas emitiendo 2 destellos seguidos de uno aislado cada 15 segundos. A sus pies están los almacenes donde los pescadores guardan y reparan sus artes de pesca y en verano tienden a secar los volaores, unos peces que después serán degustados en los bares del pueblo.

Camino de Málaga, junto as la carretera, en las primeras urbanizaciones de Fuengirola se encuentra el faro de Calaburras. Se hace rara a primera vista su ubicación en un pequeño cerro, entre casas, al otro lado de la carretera.

El faro actual tiene 23 metros de altura y comenzó a construirse en 1923 entrando en funcionamiento 5 años más tarde. Esta torre es troncocónica de piedra blanca labrada. La linterna en servicio actualmente tiene 2 metros de diámetro y fue la primera de tipo aeromarítimo que se instaló en la península sirviendo de baliza a la ruta aérea Toulouse-Casablanca. Su pedestal es del tipo de flotador bañado en mercurio, con óptica catadióptrica que en principio era movida por una maquina de relojería. En el mes de septiembre de 1949 se electrificó la linterna instalándose una lámpara incandescente de 1.500 W. con un motor eléctrico que hacía girar la óptica. Su alcance, al igual que el de Punta Doncella en Estepona es de 18 millas.

Seguimos la carretera buscando el puerto de Málaga para encontrarnos con su faro al que aquí llaman la Farola y hacer noche lo más cerquita posible. Vamos bien de tiempo y camino de la capital nos desviamos un poco para que Lucía vea el paseo marítimo de Fuengirola y la playa.

Es casi de noche y comienza a llover levemente cuando entramos en Málaga. El navegador tiene puesta una voz de mujer llamada Marta y hemos decidido no llamarle más ni navegador ni gps, desde ahora se llama Martita, y Martita nos lleva directamente a los pies de la Farola, pero no hay sitio para dejar la autocaravana. Alguien se nos acerca y os dice que a partir de las 8 suele haber sitio, así que nos alejamos un poco y a las 8 y media volvemos y encontramos un sitio a 30 metros de la Farola. Está pintada de blanco y la iluminación que le han puesto la hace preciosa. Hoy, como siempre que las circunstancias lo permiten, aparco de manera que tengamos las mejores vistas posibles. Hoy toca cenar viendo la Farola.



22 febrero 2010

Para compartirlo.

Aquí os dejo un experimento que hice el sábado: Grabar con el móvil la óptica del faro de Chipiona girando; como creo que es algo que no podemos ver todos los días y menos desde esta distancia tan especial he decidido subir el breve vídeo a Youtube para compartirlo con todo el mundo y por supuesto, con vosotros que me visitáis. Tanto la duración como la calidad son más bien justitas (está grabado con móvil y de forma un tanto pirata), pero de todas maneras se ve algo que no es frecuente, además, para mi cumpleaños igual abro una colecta entre vosotros para comprarme una cámara de vídeo e intentar dejar cosas mejores.

Un saludo a cada uno de vosotros hoy, desde lo alto del faro... de Chipiona.


21 febrero 2010

Cosas que no vemos.


Algunas veces, demasiadas posiblemente, las personas nos quedamos con una primera imagen superficial, no ahondamos, no buscamos qué hay detrás de una primera fachada. Tal vez por ello la mayoría de esas veces nos perdemos cosas interesantes, nos perdemos conocer cosas pequeñas que son importantes.

Si te dijesen que cerrases los ojos y te imaginases un faro posiblemente dibujarías en tu mente una torre cilíndrica, pintada de blanco, más o menos alta, situada cerca de un acantilado y en cuya parte superior hay una luz que se enciende y se apaga cada cierto tiempo. Pero la Torre de Hércules no es cilíndrica, ni el faro de Cabo de Palos está pintado de blanco, ni el de Suances es alto, ni el faro de Nules está al borde de un acantilado y en cambio todos son faros.

Y arriba, en lo más alto, la óptica, con sus cristales que hacen de lupa y que llevan la luz a decenas de kilómetros. ¿Y dentro de la óptica? Dentro de la óptica una, dos bombillas. Nada del otro mundo, nada "especialmente especial". Son como tantas cosas y como tantas personas en este mundo que pasan desapercibidas, que ayudan sin que nadie sepa ni se plantee su existencia.

Ayer tuve la suerte de subir al faro de Chipiona, casi 70 metros y una luz que puede verse a 45 km de distancia. Desde abajo solemos mirar su altura, nada más, desde arriba todos miran el paisaje, algún curioso echa un vistazo a la óptica, a su tamaño, cuando pasamos junto a ella. Tal vez sea que me gusta mirar las cosas pequeñas, las que la mayoría no mira, o si mira no ve. Os dejo lo que mis ojos vieron de ese coloso de casi 70 metros, el más alto de España: Una fotografía de las bombillas dentro de la óptica.

15 febrero 2010

La ruta de los faros. 1ª etapa.


Breve aclaración previa:
Este blog no es una página sobre faros, ni siquiera esta sección de "la ruta de los faros" pretende ser un tratado sobre ellos. En ella simplemente cuento, de manera personal y según mis vivencias, un viaje. Es cierto que encontraréis datos técnicos sobre los faros que he visto, medidas, alturas, tipos de linternas... pero prácticamente todos han sido sacados de un par de libros que tengo y de internet. Para mi lo interesante de los faros no es tanto la marca de la óptica o sus coordenadas como el hecho de serlo y estar frente al mar. Son algo asi como las personas, su importancia no se la dá su altura, sus estudios o sus ropas, las personas son importantes por el hecho de ser personas.

Es posible que algún dato esté mal, si es así y alguien quiere corregirlo estaré encantado de que aporte los datos reales. Ya sabéis, esto no es un tratado sobre faros, es simplemente la historia de un viaje. Y ahora, si quereis seguid leyendo...

Vistos desde tierra los faros son el final de la misma y el comienzo del mar; vistos desde el mar, los faros son el punto donde la mar deja de serlo y comienza la tierra. Desde la tierra y desde la mar los faros son el punto donde la tierra renuncia a ser tierra y el mar deja de ser mar para unirse ambos y crear un ser nuevo, un mundo nuevo, formado por los dos: la costa.

Para el marinero el faro es un guía que le habla con sus destellos y ocultaciones, con un lenguaje preciso, un amigo que le marca el camino a seguir, el sitio a evitar. Para el hombre de tierra adentro el faro es el mirador desde el que ver el mar, un acantilado, una playa, un puerto, una isla. Los faros no son solamente el edificio, la torre, la linterna, son también el lugar, el paisaje del que forman parte, son la soledad unas veces, el desafío a la naturaleza otras. Hacer la ruta de los faros no ha sido simplemente ir viendo faros: ha sido ver los paseos marítimos, las playas, los acantilados donde están situados. Ha sido ver costas devoradas por cientos de edificios y lugares solitarios donde solamente llega quien quiere llegar a un faro perdido en medio de la nada. Ha sido ver un Atlántico dormido en la costa de Huelva y otro (¿Quién diría que el mismo?) enfurecido y queriéndose comer la tierra en Galicia. Ha sido ver el más alto de España, el más antiguo, el más moderno, el que está más al sur, más al norte, faros habitados y faros que parecen abandonados a su suerte.

Para comenzar mi ruta decidí imitar a mi río e irme a Sanlúcar de Barrameda a encontrarme con el mar. Es el Guadalquivir un aperitivo, un preámbulo de lo que será más adelante todo, un río con un puerto, con un faro… Me pregunto ¿Qué río tiene un faro que llama a los marineros, y para qué? Pero en esta vida todo tiene una razón de ser: río arriba, a 90 Km. está Sevilla.

Delante de nosotros el primer faro, sonrisas, nervios, y la confirmación de que el viaje soñado empieza a ser realidad. Estamos en el puerto de Bonanza, en Sanlúcar de Barrameda. Oficialmente este faro de Bonanza está fuera de servicio desde 1982 debido al nuevo balizamiento del Guadalquivir, su altura total supera los 18 metros y su torre es octogonal de ladrillo visto y rematada con un friso de azulejería que le da cierto aire de minarete. Fue diseñado por Jaime Font en 1864 y comenzó funcionando con aceite de oliva.

Seguimos nuestro camino y ponemos rumbo al que por altura es el primero de España, el tercero de Europa y el quinto del mundo: El faro de Chipiona.
Antes de entrar al pueblo, y a pesar de que queda en el otro extremo, ya se ve el faro. Son más de 62 metros de altura cuya primera piedra se puso el 30 de abril de 1863, inaugurándose en octubre de 1867. Frente a él, dos kilómetros mar adentro, el bajo de Salmedina, una formación rocosa que con la marea alta queda cubierta por un metro de agua y sobre la cual el cónsul romano Quintus Servilius Caepion mandó levantar en el año 130 la Caepionis Turris de la que deriva el nombre de la localidad. Este faro es uno de los dos únicos que pueden visitarse en España y para acceder a lo más alto tenemos una escalera de caracol con 342 escalones. ¿Alguien se anima? Por su alma penden las pesas del mecanismo de relojería que convertían el movimiento de gravedad en rotación y en otros tiempo se utilizaba este hueco para subir por él el combustible de iluminación mediante un mecanismo de poleas. La alimentación de la luminaria ha ido cambiando con el tiempo, desde el aceite de oliva, a la parafina de Escocia y el petróleo, hasta que en diciembre de 1942 fue electrificado. Es un faro de destello y emite uno cada diez segundos. Su mecanismo óptico gira continuamente tanto de noche como de día para evitar que el sol, a través de las lentes de aumento lo queme. Es faro de primer orden y uno de los pocos que siguen habitados, su linterna es aeromarítima, esto es que su cubierta es de cristal y por tanto visible de noche para los aviones, tiene 3,5 metros de diámetro, y un alcance de 25 millas.

Cerca, en la boya del Perro, recalan los barcos que se dirigen al puerto de Sevilla para tomar práctico de dicho puerto que los dirija hasta el mismo por los 90 Km. que separan el océano de la capital de Andalucía.

Dejamos atrás este faro con aires de columna romana gigantesca y buscamos un puerto donde el faro nuevo y el viejo nos muestran el cambio de tiempos y estilos: Rota.

El antiguo, fuera de uso hoy en día, se encuentra incrustado en la antigua muralla, sobre la puerta que daba acceso al puerto y es obra de Rafael de la Cerda. El motivo de instalarlo en la misma muralla y no delante de ella fue para evitar que obstaculizase la línea de tiro de la batería Duque de Nájera, hoy convertida en algo más pacífico y civilizado como es un hotel.

Delante, a mitad de camino entre la muralla y el puerto está el faro nuevo, inaugurado en 1980. Es una torre de hormigón de 27 metros de altura cuyo único atractivo, si es que lo tiene, es una franja roja en la parte superior del fuste. Este, a diferencia del de Chipiona, es un faro de ocultación, esto significa que su luz se ve continuamente encendida y cada cierto tiempo se apaga, esta en concreto cada 4 segundos, y su alcance es de 16 millas.

Nos decepciona ver la falta de estética generalizada de las construcciones modernas donde lo único que prevalece es lo práctico y proseguimos nuestro camino hacia Cabo Roche, cerca de Conil, donde nos espera un faro que, a merced del Plan de Señales Marítimas de 1985/1989 se instaló sobre una torre vigía del siglo XVI, de las que jalonan la costa andaluza y que se utilizaban para avisar mediante humaredas de la presencia de piratas berberiscos.

En esta torre se realizó el primer ensayo y su resultado fue tan satisfactorio que se extendió a otras torres dando lugar a los faros de Punta Camarinal, Punta Carbonera, La Herradura y Castell de Ferro.

Es una torre cuadrada, con paredes en talud, mide casi 15 metros y la altura total del plano focal sobre el mar es de 45 metros los que, junto a la óptica sellada le da un alcance de 20 millas y emite uno más tres destellos cada 24 segundos.

Dejamos el faro y bajamos por la carretera que nos lleva al pequeño puerto de Conil, a los pies de la torre. A su entrada decenas de anclas apiñadas unas junto a otras dan una extraña sensación, ¿Qué hacen tantas anclas fuera del mar?

Hay, al otro lado del puerto, una explanada donde hay aparcadas otras autocaravanas, nos acercamos y decidimos hacer allí la primera noche del viaje. Se oye el romper de las olas y el alboroto de las gaviotas siguiendo a los barcos de pesca que están entrado. Se queda Lucía leyendo y yo me acerco a la lonja a ver la subasta del pescado. El tiempo de tomar un café en el bar de la lonja es suficiente para ver la sufrida vida de los marineros. Es triste ver como van cambiando la expresión de su cara, sus gestos, sus posturas, cuando la voz que canta los precios en una subasta a la baja no deja de decir cantidades cada vez más ridículas hasta que lo ofrecido casi no les da para pagar los gastos del barco. Duele verlos salir con la cabeza baja, sin decir palabra, y subir a su barco. Después más trabajo, limpiar, ordenar redes, repararlas… Viendo esto es difícil entender que el pescado cueste lo que cuesta, que el gobierno dé miles de millones a una banca que se jacta de los beneficios obtenidos en tiempo de crisis y ni siquiera mire a estos hombres.

Regreso con Lucía, el día ha sido soleado, pero apenas se ha puesto el sol ha venido el frío. Estamos pendientes del tiempo, en el norte y levante sigue nevando, de momento pasaremos aquí la noche y mañana seguiremos para Málaga.

12 febrero 2010

6 de enero de 2009. Prólogo.


De la misma manera que un árbol es árbol desde que sus semillas germinan, sin necesidad de mostrarnos aun sus ramas, y una primera cita comienza mucho antes de llegar al lugar, que la vivimos desde que la concertamos, con nuestros miedos, nuestros nervios, nuestras ilusiones... de esa misma manera un viaje comienza antes de comenzar, antes de partir.
Faltan, en estos momentos, unas doce horas para poner el motor en marcha y escribir en el navegador el primer destino: Sanlúcar de Barrameda, pero el viaje ha comenzado ya. Comenzó cuando tuve la certeza de que iba a dejar de ser un sueño para ser una realidad, cuando anoté la primera dirección, las primeras coordenadas. Ha seguido cada noche que he estado buscando datos, carreteras, pueblos cercanos, cabos... cada noche que he tardado más de lo normal en quedarme dormido, porque mi cabeza, igual que en esa primera cita, volaba, se adelantaba al tiempo e imaginaba vivencias que han de venir.

Todo está preparado, todo a esperas de que amanezca, de que sean las 9 de la mañana para que la ruta comience. Supongo que esta noche me costará quedarme dormido más aun que las noches anteriores, que perderé el sueño, que soñaré con mi sueño... Será la última noche que sueñe con él, a partir de mañana soñaré con una realidad: mi vuelta a España, de faro en faro.

11 febrero 2010

La ruta de los faros.


Hay veces, no muchas, en las que los sueños se hacen realidad. Tal vez por eso, porque son escasas, cuando esto sucede esas vivencias tienen un valor añadido. El 7 de enero de 2009, un sueño que tenía desde hacía años comenzaba a materializarse:Autocaravana, bici, cámara de fotos, un cuaderno... y a recorrer toda la costa española visitando la inmensa mayoría de sus faros. Un viaje de más de 6.000 Km, un viaje con más de 100 faros como destino y comienzo de etapa.

El primero, uno que se asoma al mar desde lejos, desde la orilla del Guadalquivir en Sanlúcar de Barrameda, después la costa andaluza hacia levante, Murcia, Valencia, la Costa Brava... 620 kilómetros sin mar al otro lado de los Pirineos por tierras francesas para buscar el Cantábrico en Fuenterrabia y seguir, de faro en faro, por Cantabria, Asturias y Galicia. Al final otra vez la costa andaluza, un par de ellos antes de regresar a casa, para traerme todo el sabor y toda la luz de nuestras costas, de nuestros mares, de nuestros acantilados y playas. Y si esta vez el sueño no se hubiese hecho realidad simplemente serí cuestión de esperar. Como dice mi amiga Maite: Al final todo acaba bien, si no es así, no es el final.

09 febrero 2010

Nos vamos de viaje.


Hace poco más de un año realicé un viaje que durante mucho tiempo fue un sueño: Dar la vuelta a España por sus costas visitando cada faro que hay en ellas. Cuando volví quise contar aquí aquel viaje al que llamé "la ruta de los faros", pero por circunstancias que no vienen al caso solamente dejé un par de etapas y lo abandoné. Ahora, con ánimos renovados, quiero hacer lo que entonces comencé y no terminé, y es que las cosas que se empiezan hay que acabarlas.

Iré contando cosas del viaje, algunos datos de los faros que vi y en cada entrada habrá una fotografía de uno de los visitados en ese día. Espero no hacerme muy pesado, pero por si acaso todas las entradas tendrán el mismo principio de encabezamiento: "La ruta de los faros" seguido de un número de etapa; así quien lo desee puede omitir su lectura.

Y dado que esta es una entrada atípica aprovecho para pediros algo: En el margen izquierdo hay una lista de enlaces a otros blogs, uno de ellos es el de Chesana; en ese blog, en la parte superior, hay unos pequeños anuncios (publicidad), si pulsáis sobre ellos ocurrirán dos cosas: la primera es que se os abrirá una página de publicidad, la segunda es que con un solo clic ayudaréis a una persona que le hace falta.

Gracias por vuestra colaboración y por vuestras visitas a este faro.

El viejo farero.

07 febrero 2010

Lugares del mundo.8.


Desde Arequipa, Perú, nos llega esta fotografía. Nos la envía Mireille y nos comenta que:

Esta es la Catedral de Arequipa, la ciudad donde nací y que está situada al sur del país. Me parece una idea estupenda poder ver fotos de lugares lejanos en los que posiblemente nunca estaremos, por ello animo a presumir de ciudades y al tiempo a compartir su belleza. La fotografía no lo hice yo, soy muy mala en ello, la tomé de la red.

Gracias Mireille por tu colaboración.

Si te gusta tu ciudad y quieres que los demás conozcamos algo de ella envía una fotografía ( y un comentario si lo deseas) al correo del faro y será publicada; todos te lo agradeceremos.

elfaro2010@hotmail.es

03 febrero 2010

Ausencia.


Marchó María a la ciudad hace tres días a casa de uno de sus hijos y dejó a Enrique, un buen amigo de todos, a cargo del bar. Enrique ha sido camarero en la capital durante muchos años y sabe del oficio; es eficaz, ordenado, atento y no descuida un detalle. Hoy he bajado al puerto a tomar un café, y siendo el mismo sitio, las misma mesas, el mismo mostrador, la misma radio, todo era diferente. Incluso el café parecía hoy otro café.

Se va Enrique a la cocina a por alguna cosa que le piden y cada vez que regresa la lámpara del techo hace que su sombre llegue antes que él mismo, y a mi me da un vuelco el corazón porque mi deseo corre más que mi vista y durante una fracción de segundo pienso que la sombra que se acerca es la sombra de María.

Sin ella su bar es un puerto sin barcos, el patio de un colegio sin niños, un nido sin pájaros, un río sin agua, una torre sin campanas... un faro sin luz. Y aquí vengo yo, huyendo de mi soledad para encontrarme con esta otra soledad más dura y más amarga: la que crea su ausencia.

Tengo gastado el almanaque de tanto mirarlo, de tanto pasar las yemas de mis dedos por encima de un círculo rojo que rodea el día de su regreso, y cuento las horas que le quedan a cada uno de ellos, y espero a que cada noche acabe el día para poner sobre él un aspa negra que pinto una y otra vez como queriendo mandarlo al olvido para siempre.

Que lento transcurre este tiempo lleno de su ausencia, que largas las tardes, que interminables las madrugadas... hasta las mareas y las olas parecen que van más lentas.

01 febrero 2010

¡Alto, la guardia civil!


Una buena parte de los accidentes de circulación que se producen en este país tiene como motivo el exceso de velocidad y la conducción temeraria y para reducirlos existen los radares y las patrullas de la Guardia Civil, siempre pendientes de nuestra seguridad y de sancionar a quienes nos ponen en peligro con sus vehículos y su manera de conducir.

Cerca de Sevilla la Benemérita detuvo la madrugada pasada a uno de estos conductores y lo ha denunciado por un delito contra la seguridad vial. Al parecer dio negativo en la prueba de alcoholemia, pero puede perder 6 puntos del carné de conducir y 460 euritos. ¿Su pecado? Bajaba una cuesta por la calzada en un triciclo semejante al de la imagen. Se lo encontró tirado y quiso recordar su infancia, pero según la Guardia Civil el vehículo iba a gran velocidad, no está homologado, no tiene luces ni llevaba matrícula. Seguramente tampoco tenía seguro ni la I.T.V. pasada (es que hay gente para todo). Si estos agentes se diesen una vuelta por las 3.000 viviendas verían la de furgonetas y coches en condiciones muy semejantes, pero supongo que esos vehículos no son peligrosos para los demás.