16 abril 2010

La ruta de los faros. 9ª etapa.


Cuando salimos de Sevilla la principal preocupación de todos era el mal tiempo que estaba haciendo: lluvia, nieve, fuertes vientos... incluso los primeros días del viaje íbamos pendiente casi de continuo de las noticias, pero desde hace un par de jornadas hemos dejado de preocuparnos, al menos de momento. Esta noche, supongo que por el cansancio, hemos dormido divinamente y hoy nos hemos levantado antes de que sonase el despertador y estamos como nuevos, sobre todo después de acompañar el desayuno con el zumo de estas estupendas naranjas que nos regalaron Lourdes, Raul y su hija.

Desde Cadaqués al faro del cabo de Creus hay menos de 10 kilómetros, un paseo, pero cuando llevamos recorridos 2 o 3 nos encontramos con una sorpresa: Una placa prohíbe bajo sanción el paso a las autocaravanas. Evidentemente pasamos de ella y seguimos camino al faro, después de casi 2.500 kilómetros no nos vamos a perder el de Creus. Antes del edificio hay una zona para dejar los coches pero ya puestos llegamos hasta el aparcamiento que hay junto al faro. Una vez pasada la prohibición, si vamos a tener problemas los vamos a tener de todas formas, así que...

Si viendo el faro de Tarifa estábamos en el punto más al sur del viaje viendo éste estamos en el punto más oriental de la ruta.

Este faro de del cabo de Creus es un edificio blanco de una sola planta y torre circular. En el dintel de la puerta hay una lápida conmemorativa que hace alusión a su puesta en funcionamiento: "Reinando Doña Isabel Segunda. Año de 1.853".

Cuando comenzó a funcionar era de luz blanca variada por destellos blancos cada 3 segudnos y tenía un alcance de 15 millas. Estaba provisto de un aparato catadióptrico giratorio y una lámpara de dos mechas que utilizó sucesivamente aceite de oliva, parafina y por último petróleo. En 1.916 se sustituyó por una de incandescencia a vapor de petróleo a presión. Durante la Guerra Civil el faro fue apagado (como la inmensa mayoría de los faros españoles), en este caso por orden de las autoridades militares de Cadaqués en previsión de un posible bombardeo. Una vez pasada la guerra volvió a encenderse con la apariencia de luz fija blanca hasta que en agosto de 1.947 se repara la óptica primitiva recuperando así sus antiguas características. En 1.951 se le instala la actual linterna aeromarítima y se le cambian los destellos añadiéndosele más tarde la sirena y dos grupos electrógenos. Hoy en día lo que fue casa del farero y demás dependencias se ha convertido en tienda y museo.

Aquí se rodó la película La luz del fin del mundo, una adaptación de la obra de Julio Verne El faro del fin del mundo, en la que Fernando Rey hacía una fugaz aparición como torrero, pero el edificio no daba la imagen de un faro de 1.856, por lo que se decidió levantar uno ficticio que fue demolido hace pocos años. En realidad en el libro el faro al que se hace referencia era el de Cabo de Hornos, a miles de kilómetros de Creus.

La linterna del faro está a casi 90 metros sobre el nivel de mar, ofrece 2 destellos cada 10 segundos y su alcance es de 20 millas.

Antes de marcharnos entramos a la tiendo donde mientras compramos unos recuerdos la muchacha que nos atiende nos avisa de los posibles problemas si nos pillan aquí dentro con la autocaravana, pero ya hemos visto otro de los sitios donde se termina el mundo y solamente nos queda salir de la zona y volver a Cadaqués para acercarnos después al último faro del Mediterráneo en esta ruta: Punta s`Arnella, junto a Port de la Selva.

En cuestión de minutos salimos de la "zona prohibida" con una sonrisa y la satisfacción de haber infringido una norma; al fin y al cabo algunas están para eso, y ésta es una de ellas.

El faro de Punta Arnella es una copia del de Cala Nans, pero su estado de abandono es tremendo, una pena. Desde 1.913 funciona como baliza de recalada a El Port, tiene un alcance de 13 millas y da 1 destello cada 5 segundos. Este faro posiblemente sea el menos atractivo de cuantos hemos visto hasta ahora pero el paisaje es bonito y se puede ver toda la costa hasta Francia.

Poco a poco vamos diciendo adiós al Mediterráneo y nos disponemos a hacer el trayecto más largo en un solo día de toda la ruta: 620 kilómetros por el sur de Francia hasta Irún. Parece poco lógico, pero es mejor pasar al otro lado de La Junquera y recorrer el sur francés por su autopista que hacer el camino por este lado de los Pirineos.

Poco antes de la frontera llega al móvil un mensaje de mi amiga Mari Carmen para saber como va el viaje y para decirme que un farero de verdad ha entrado al blog y ha dejado un comentario. Es Mario Sanz, farero de Mesa Roldán al que dejamos una nota en su buzón y del que os comentaré algo al final del viaje.

Después de haber andado por algunas carreteras costeras españolas esta autopista es un paseo. El paisaje va cambiando poco a poco y lo único que permanece de principio a fin son los Pirineos cubiertos de nieve a nuestra izquierda y las envidiables áreas de descanso en la autopista cada 20 o 25 kilómetros.

Es de noche cuando llegamos a Irún. Entramos por la carretera vieja y a penas pasamos el puente sobre el río Bidasoa que hace de frontera entre ambos países vemos a la izquierda un aparcamiento donde hay varias autocaravanas. En la primera rotonda damos la vuelta y aparcamos para hacer noche y no movernos mañana de aquí. Resulta ridículo mirar la otra orilla del río y pensar que esas casas están en otro país, que sus gentes son extranjeros para los de este lado del río, que tienen otra lengua, otras leyes...

Poco antes de entrar a España hemos hecho los 3.000 kilómetros de ruta, la mitad más o menos del total, hoy han sido casi 700. Hemos salido a dar un paseo para estirar las piernas y solamente vemos franceses comprando bebidas alcohólicas, supongo que el precio es bien diferente al de la otra orilla. Hemos llamado a casa para tranquilizarles pero siguen preocupados por el tiempo que nos pueda hacer. Lucía se queda viendo la tele y yo duermo como un bebé a los pocos minutos de entrar en la cama.


4 comentarios:

osane dijo...

Que bonito viaje debisteis hacer.
Esa parte de Cadaqués y Port de la Selva es muy bonita, lástima que los vientos son muy fuertes.
Esa sensación que tuviste viendo la frontera y el cambio de idioma y de nacionalidad de la gente francesa la he sentido yo también. Que cercanos y que distintos somos, aunque para eso no hay que salir de nuestro país donde somos tan diversos y diferentes.
Un beso grande Farero.

P:D. Siempre pensé que eras un farero de verdad.

El viejo farero dijo...

Si que fue un viaje realmente bonito, y cada costa (quitando las que están llenas de edificios) tiene su encanto.

Lo del idioma es una de esas cosas en las que en lugar de acercarnos cada día nos alejamos más, en este viaje en concreto pasamos por dos países además de España:Francia y Portugal, pero en total fueron supuestamente 7 idiomas diferentes: Castellano, valenciano, catalán, francés, eusquera, gallego y portugués.

Lamento la decepción de no ser un farero de verdad, ya hubiese querido yo, pero bueno...

Un beso.

osane dijo...

Eres un farero en el corazón y así lo has demostrado.
Un beso grande.

osane dijo...

Hay un presente para un príncipe farero en mi blog.
Feliz día.