21 octubre 2010

El niño yuntero. Miguel Hernández.


Queda poco más de una semana para el día del centenario de Miguel Hernández y hoy os quiero dejar un poema suyo elegido por mi. Tal vez, porque como él mismo dice en estos versos "me duele este niño hambriento". Éste y todos los niños. Tal vez sea porque siempre me han gustado, siempre he creído que ellos, los niños, tiene la edad más bonita de todas las edades y es un crimen robarles las vivencias de esos años que jamás volverán.

También os dejo el poema hecho canción en la voz de Serrat. Ya sabéis: cerramos la música de fondo, al final de la página, y ponemos en marcha la canción.



El niño yuntero.

Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir , y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar los años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como es raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quien salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.



Miguel Hernández.



El viejo farero.

5 comentarios:

Trini Reina dijo...

Farero, ahora que queda menos de una semana, te lo digo, por si puedes asistir. El jueves 28 a las 8 de la tarde en el circulo Mercantil de calle Sierpes, ofreceremos un recital homenaje a Miguel Hernández. No lo olvides, si puedes asistir te esperamos.

Abrazos

El viejo farero dijo...

Salvo que surja algún imprevisto allí nos veremos.

Un beso.

Lourdes dijo...

No podía ser otra la elegida por ti, tiene mucho sentimiento este poema y serrat lo deja bordado.

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

Con todo lo que siempre he admirado a Serrat (él me acercó a Machado cuando aún no sabía leer), al menos para mí, nadie le ha puesto voz de forma más sobrecogedora que el enorme Víctor Jara, con el que también tuve la fortuna de crecer. Decididamente, la mía fue una infancia muy feliz y plena, cosa que nunca agradeceré lo bastante. Yo también considero que es un momento especial en el que se forjan mañanas; habría de ser tratada con sumo cuidado. También, y mucho, en las sociedades de consumo. Saludos.

El viejo farero dijo...

Este poema de Hernández y el de la nana de la cebolla son dos de mis preferidos, tal vez precisamente porque hablan de algo que adoro: la infancia. Es una pena de el sufrimiento de un crío, ver como le roban no sólo su presente sino también su futuro.

Un saludo, y gracias por tu visita.