25 diciembre 2010

El Cachorro.

Cuenta que leyenda que en el siglo XVII vivía en Triana, en la zona de los tejares, un gitano al que llamaban el Cachorro.  Se ganaba la vida cantando en tabernas y destacaba por sus finas manos, poco habituales en un barrio donde los hombres trabajaban de sol a sol sacando barro de los barrancos para hacer ladrillos. 

Era un hombre serio, distante, y cuando cantaba y tocaba la guitarra parecía que lo hacía para sí mismo. No eran pocas las mujeres de Triana que suspiraban por sus amores pero al Cachorro no se le habían conocido amores aunque las malas lenguas decían que algunas noches cruzaba el puente de tablas y pasaba a Sevilla, donde una paya casada le entregaba su corazón y su cuerpo.

Por aquel tiempo, en el año 1.689,  se fundó una hermandad en el barrio, resultado de la fusión de dos existentes hasta entonces y a la que pusieron el nombre de Hermandad de la Sagrada Expiración de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima del Patrocinio.  La hermandad ya tenía una imagen de la Virgen que había aparecido años antes en el fondo de un pozo, pero necesitaba la de un Cristo expirando.  Fue entonces cuando el Cabildo de Cofrades hace al escultor Francisco Ruiz Gijón el encargo de tallar un Cristo agonizando. Fueron muchos los bocetos dibujados al carbón o modelados en barro que hizo Ruiz de Gijón, pero todos eran abortados ya que ninguno reflejaba para el escultor el momento de la agonía de Cristo que quería reflejar.

Comenzó a visitar las tabernas de Triana un jinete payo al que nadie conocía y que andaba de tasca en tasca preguntado por un gitano. Mientras tanto Ruiz de Gijón dormía y comía cada día menos y se mostraba más obsesionado con la imagen que no terminaba de crear. La fiebre se iba apoderando de él y una noche, casi delirando, tomó papel y carboncillos y sin saber donde iba salió a la calle.  Cruzó el puente de barcas y terminó perdido por las calles de Triana, hasta que un escándalo de voces de mujeres y gente corriendo lo trajeron a la realidad. Se acercó al lugar dispuesto a ayudar a quien seguramente necesitaba ayuda y en el camino se cruzó con un hombre que huía a caballo hacia Sevilla.  Cuando el escultor llegó al lugar donde se arremolinaba la gente encontró a un gitano agonizando, con una daga que atravesaba su pecho. Era imposible hacer nada por aquel hombre, pero el escultor tomó su papel y sus carboncillos y pintó a grandes rasgos el rostro del hombre que estaba agonizando.

Meses después la Hermandad del Patrocinio sacó por primera vez a la calle a sus dos imágenes, la de la Virgen y la del Cristo. Los vecinos de Triana  al ver la cara del cristo comenzaron a gritar: Es el Cachorro...  es el Cachorro... 

Cuenta la leyenda que era cierto, que el gitano tenía amores en Sevilla con una mujer casada, y que una noche el esposo vengó la traición apuñalando al gitano. Y cuenta la leyenda que Francisco Ruiz de Gijón vió en aquella  cara la expresión de agonía que andaba buscando para su Cristo.  Hoy, después de más de 300 años,  el Cristo de la Expiración sigue siendo para todos los sevillanos el Cachorro.

4 comentarios:

Lourdes dijo...

Me he alegrado mucho tu relato del porque es llamado "Cristo el Cachorro".

Hace siete años estuve en Sevilla bonita ciudad con un ambiente navideño muy acogedor, yo fui en el mes de diciembre en el puente de la constitución estaba hospedada en la otra parte del puente en el barrio de triana y cruzabamos todos los días el puente donde esta la pequeña ermita del Cristo el Cachorro, ahora aun me trae muy buenos recuerdos.

Lourdes

Trini Reina dijo...

Me encantan estas historias-leyendas de mi tierra.
Cuando bajo desde el Aljarafe a Sevilla, paso por la espalda de la capilla y siempre le ruego.

Abrazos

Anónimo dijo...

El Cachorro de Sevilla... que buenos recuerdos... como contabas esta leyenda en el camioncito... Hoy estoy un poco enfadada con Él pero confío en que tiene algo mucho mejor para tí ahí afuera.

Un besazo compi.

El viejo farero dijo...

LOURDES: Espero que esos buenos recuerdos sean también un aliciente para volver a mi ciudad. La próxima vez en primavera.

Un beso.

TRINI: Si que son bonitas leyendas, con el tiempo iré dejando alguna que otra más. Tenemos una tierra llena de encantos ¿verdad? Otro beso para ti.

Y para ti, jardinerita, un beso enorme por todos los buenos recuerdos que tengo de tí. La vida da muchas vueltas y seguro que vendrán cosas bonitas que celebraremos. Abrígate, que las noches son frías.