30 septiembre 2011

Somos diferentes.

Posiblemente el señor Mas no entienda a algunos niños andaluces cuando hablan en castellano. A él, las pocas veces que habla español tampoco es fácil seguirle siempre porque deja de fondo un acento catalán del que supongo se siente orgulloso; tan orgulloso como nos sentimos los andaluces de ser andaluces y de hablar en andaluz. 

No nos quita el sueño a los andaluces que personas como el señor Más no nos entiendan algunas veces, nos duele, eso sí, que desprecie de esta manera a los niños, no por ser andaluces o gallegos, sino por ser niños.  

A mi, señor Mas, me encanta oir a los niños de mi tierra hablar con acento de mi tierra.  A usted igual no le cuesta entenderlos, simplemente no le gusta oírlos hablar porque no hablan en catalán. 

Al final, a pesar de ser todos españoles, usted incluído le guste o no le guste, somos diferentes unos y otros. Entre usted y los niños de Sevilla hay una diferencia abismal: Mis paisanitos hablen mejor o peor el castellano, tienen clase, usted no.

"Déjame hablar como quiera,
que me exprese a mi manera,
lo mismo que lo haces tú.
Habla tú como prefieras 
que yo hablaré en andaluz".



Saludos desde Andalucía.

17 septiembre 2011

La abuela.

Hace ya tiempo, mucho tiempo, mi amiga María José se marchó del pueblo.  El destino puso entre su nueva casa y el faro una distancia inmensa. Entre su corazón y el mío no,  ahí era imposible, porque el cariño mutuo que sentíamos y que seguimos sintiendo no entiende de distancias, porque a pesar de los kilómetros solamente necesitamos una llamada, una carta, para sentirnos tan cerca como cuando ella vivía en una callecita que daba al puerto.

Hace ya más de un año que mi amiga María José está loca de contenta: La vida le ha regalado una máquina del tiempo, le ha quitado años, le ha devuelto vida, la ha convertido en abuela.  Me llama, me cuenta cosas de su nieta, me relata cada avance, cada cosa nueva que hace la cría…  No la veo, pero a mi amiga María José debe caérsele la baba hablando de su nieta.

Un día me mandó una foto de la chiquilla sentada sobre una alfombra de colores. –Mira farero esta foto, ¡ya se incorpora sola!   Y yo sonreía viendo la fotografía, imaginando a la abuela con su cámara, riendo, diciendo mil cosas a la niña para que mirase, pensando (y sabiendo) que tiene la nieta más bonita del mundo.

Esta noche, al abrir el correo, he encontrado más fotos. La cría, con su año y medio de vida, es un tesoro con cuerpo de chiquilla.  Un juguete en sus manos que parece ofrecer a la abuela, unos ojos negros como la noche, unos dientecillos blancos como la espuma de las olas, una sonrisa que es un sol…

Iba a escribirle a mi amiga para decirle que hoy soy feliz viéndola feliz, que le tengo cierta envidia porque una personita  la llama abuela, porque otra vez puede dormir entre sus brazos a una criaturita así, porque yo, esta noche, dejaría este faro que es mi vida si a cambio oyese una vocecita que me llama abuelo.

Ha volado el tiempo y ahora, de madrugada, en la soledad del faro, me pongo a escribirle a mi querida amiga para decirle que la quiero, que me hace feliz oírla hablar de su nieta… y que, imposible ocultarlo, le tengo envidia.

11 septiembre 2011

11 de septiembre:

Hay fechas dolorosas de recordar, fechas que son rosales en los que cada año renace una espina nueva. El 11 de septiembre es una de ellas. Hoy todas las televisiones del mundo hablarán del aniversario de un acto criminal, terrorista, de un ataque contra una población inocente. Veremos las torres gemelas arder, las veremos caerse y veremos a los bomberos yanquis cubiertos de polvo buscando supervivientes. Después seguramente veremos banderas estadounidenses ondeando en memoria de sus muertos. Menos probable es que veamos imágenes del otro 11 de septiembre en el que los Estados Unidos no fueron víctima, fueron cómplices.   A las víctimas de ese 11 de septiembre de 1.973 y de todos los dictadores, de los  militares golpistas...  mi recuerdo.