11 junio 2012

5 faros de Asturias. Cudillero.


Cada vez que he visitado Cudillero mi mirada, de manera inevitable, ha terminado posada sobre su faro. Desde el puerto, desde el dique de abrigo, desde lo alto del mirador… Un día conseguí acercarme hasta la cancela que cierra el paso y aísla al faro del resto del mundo, fue la vez que más cerca estuve de él. Lo había visto desde la distancia, desde la proximidad que me regalaba su pequeño reciento, incluso desde arriba, desde ese mirador privilegiado que es la Atalaya,  y ahora este                                                   
farero me estaba abriendo las puertas del faro para que también lo viese desde dentro. Es un edificio sencillo, sin grandes pretensiones. Los faros, igual que tantas cosas, igual que las personas, no necesitan ser grandes para ser valiosos.
Desde que visité el faro portugués de Montedor he ido haciendo una pequeña colección de fotografías de sus escaleras. Aquí, como me dice el farero que hoy hace de guía, son más modestitas; tampoco los faros son tan altos ni tan anchos y por tanto sus escaleras no tienen nada que ver con las de Montedor o Sines, pero cumplen el mismo objetivo: a los fareros de verdad, a los hombres de mantenimiento, llevarlos a la óptica, a mi llevarme a algo muy 
parecido a una nube.

Miro desde el balconcillo el pequeño puerto viejo metido casi en la misma plaza del pueblo y, a poniente de éste, el nuevo, construido en 1.969 y que se llevo por delante la única playa que tenía Cudillero. Sus casas, el mar, el lugar donde hace unos años pasé la noche en la autocaravana cuando hice la ruta de los faros españoles… El mundo visto desde donde siempre he soñado.

El primer faro que hubo en Cudillero, como tantos otros, era una fogata que el Gremio de Mareantes encendía en el lugar conocido como La Garita. La leña fue el primer combustible utilizado para guiar a los hombres de la mar. Hasta finales del siglo XVIII todos los faros se iluminaban con hogueras que en ocasiones eran sustituidas por velas.

El faro de Cudillero se inauguró el 1 de agosto de 1.858 y el primer combustible utilizado fue el aceite de oliva; a los pocos años esta lámpara fue sustituida por una Maris de parafina y petróleo que alumbró en el faro hasta 1.930, año en que se electrificó. Hoy en día la óptica  está formada por un aparato cuadrado catadióptrico que encierra una lámpara de 1.000 watios. En caso de fallo entra automáticamente en servicio un sistema de iluminación con gas acetileno que utiliza dos quemadores ZBFA con un consumo de 15 litros/hora.

En 1.921 se amplió el edificio del faro siendo renovado por completo en 1.984. Las instalaciones actuales están rodeadas por un muro de piedra y el edificio está recubierto por azulejos de color claro y las partes bajas pintadas de blanco.

La torre de este faro, hexagonal,  tiene dos balconcillos consecuencia de la ampliación en altura del mismo (algo así como el de Sines) y ya antes de hacer la obra una canción popular decía:

El faro de Cudillero
lo van a poner más alto,
pa que alumbre a San Esteban (de Pravia)
y no se pierdan los barcos.

Y en la reforma de 1.984 se llevo a cabo la ampliación.
Como recuerdo se dejó el antiguo balconcillo y una escalera metálica exterior lo unió al nuevo que rodea la linterna actual. Al ganar en altura el faro también ganó en alcance geográfico por lo que la linterna existente entonces fue sustituida por otra más moderna de montantes helicoidales que recoge en si interior la óptica del faro cuya señal luminosa es un grupo de 4 ocultaciones cada 16 segundos teniendo un alcance de 25 millas náuticas.  A pesar de la reducida altura de la torre (no llega a 10 metros sobre el terreno) su plano focal se eleva a 30 metros. Dispone de una sirena para días de niebla de la marca Pintsch que data de 1.945 y  emite cada 30 segundos la letra D en clave Morse. Lo lógico sería que emitiese la primera letra del nombre del faro como es habitual, que  en este caso sería la C, pero dicha letra ya  era utilizada por el faro de Candás.*




*Los datos técnicos referentes al faro han sido tomados del libro "Faros del litoral asturiano", de Belén Menéndez Solar.

6 comentarios:

LQVL dijo...

Preciosas imágenes, resulta imposible no enamorarse de los faros y de lo que iluminan

un besazo

El viejo farero dijo...

Supongo que no todo el mundo ve en los faros la atracción que vemos algunos; yo, por ejemplo, ahora tengo en casa una pequeña colección a la que poca gente daría valor y muchas menos comprendería el hecho de tenerla: son 5 lámparas, 5 bombillas diferentes que han iluminado en 3 faros diferentes de España. Ya ves, para mi son un pequeño tesoro.

Me alegra tu paso por el faro. Por cierto, hace un tiempo te envié un correo con alguna foto de escaleras de faros, no se si "se perdió" en el camino.

Un beso desde el Sur.

tano dijo...

excelente entrada

El viejo farero dijo...

Gracias Ludu, bienvenido al faro.

Un saludo desde el Sur.

Miguel Ángel G. Yanes dijo...

Antes incluso de conocerlo "in situ", Cudillero tuvo siempre para mí un encanto especial, desde la primera vez que escuché su nombre en la voz de Víctor Manuel, en aquel hermoso tema titulado "De Cudillero", del que aún recuerdo el estribillo:
"Marinero, arría la vela, que está la noche tranquila y serena".
Hace ya muchos años que lo visité, pero sigo enamorado de él, como de otros tantos pueblos asturianos.

El viejo farero dijo...

La primera vez que vi Cudillero pensé: Cuando sea mayor y esté jubilado me gustaría vivir aquí". Es un lugar que siempre me ha atraído de manera especial, así que imagínate cuando el farero me dijo de enseñarme el faro por dentro.

Un abrazo Miguel Ángel.