20 diciembre 2013

Especies protegidas.

Hace tiempo una buena amiga regaló a María una colección de fotografías para que decorase su café. Ella, por compromiso, colocó algunas en las paredes pero, como bien decía, aquellas fotos no cuadraban en un bar de puerto. Eran imágenes de animales y plantas protegidas en España procedentes de una colección editada por no sé que Asociación con el fin de recaudar fondos para seguir luchando por su protrección.

Hoy el café de María está decorado con luces y adornos propios de estas fechas: estrellas fugaces, árboles, ángeles de plata... todo tan falso y artificial como el amor y las buenas intenciones de estos días. Y María, que decora el bar por y para sus clientes, ha sacado algunas de esas fotos que nada tienen que ver con el mar, ni con los marineros, ni con la historia de este pueblo y las ha colocado en diferentes sitios. Se sonríe cuando le pregunto qué tienen que ver esos animales con la Navidad y me dice que nada, o todo -Son días de amor, farero, de respeto y cariño hacia todos... estos pobres animalitos también tienen derecho, ¿no?

Esta tarde, en el bar de María, había una foto nueva junto a las de los animales protegidos. Me quedo parado al verla y, sin saber muy bien qué quiero saber hago un gesto y con la mirada hago mi pregunta.- Me la ha regalado esta mañana Rafalito, el hijo de Fernando. - Y María sigue con sus cosas esperando una nueva pregunta. - ¿Se ha vuelto monárquico? - Se ríe abiertamente desde detrás de la barra, termina de poner unas copas en su estante y me mira. -No, pero ayer me preguntó por las de los animales, le dije que eran especies protegidas, intocables... y hoy me ha traído esa para que la ponga junto a las demás.


















































11 diciembre 2013

Gonzalo, el niño que imitó al ave Fénix.

En julio de 2012, dejaba esta entrada que hablaba de Gonzalo, un niño real de carne y hueso:
Hoy, casi año y medio después, os hablo otra vez de este crío.



Un mal día, a Gonzalo, la vida le cortó sus alas de niño. A sus 8 años se quedó en su cama, recogido sobre sí mismo, incapaz de andar, de comer, de tragar su propia saliva y de quejarse si algo le dolía, si tenía hambre... el colegio, sus compañeros de clase, su equipo de fútbol, su empeño en hacer una y otra vez hasta que le saliesen bien los trabajos que le ponía su señorita... todo se paró de repente, se quedó atrás y se convirtió en simples recuerdos.

Durante meses su madre pasó las noches junto a él, en vela, pendiente de cualquier sonido, de cualquier movimiento. Un programa de televisión contó el caso y la gente se volcó con su familia. -Es inútil todo esto - decían algunos - este niño ha tenido mala suerte y...

Un día fue un movimiento de su mano derecha, otro lo que, ansiosos, se nos hacía algo parecido a una sílaba pronunciada... y Gonzalo, poco a poco, imitó al ave Fénix y resurgió de sus cenizas.  Este curso ha vuelto a su colegio, con compañeros nuevos, con los amigos de siempre. Juega con ellos, habla, se toma su desayuno sin necesidad de máquinas, aprende y sigue el ritmo que su nueva señorita le marca. Quienes creen en Dios dicen que es un milagro, quienes no lo hacemos creemos que ha sido él mismo, Gonzalo, el niño que jugó a ser el ave Fénix, quien ha sacado a Gonzalo del infierno en el que una mala enfermedad le quemó sus alas.

Cuando sale a la calle a jugar con sus amigos su madre lo mira desde la ventana, casi incrédula, un poco asustada, un poco llena de una emoción que no le cabe en el corazón y se le escapa por sus ojos en forma de lágrimas. Y en el colegio, su señorita Paula, la maestra que siempre estuvo a su lado, su madre de lunes a viernes de 9 a 2, se siente la mujer más feliz del mundo cuando Gonzalo viene a ella y la abraza, y le dice que la quiere, cuando ve a su niño emprender el vuelo nuevamente, como el ave Fénix, ganándole paso a paso la batalla a una mala enfermedad.