20 diciembre 2013

Especies protegidas.

Hace tiempo una buena amiga regaló a María una colección de fotografías para que decorase su café. Ella, por compromiso, colocó algunas en las paredes pero, como bien decía, aquellas fotos no cuadraban en un bar de puerto. Eran imágenes de animales y plantas protegidas en España procedentes de una colección editada por no sé que Asociación con el fin de recaudar fondos para seguir luchando por su protrección.

Hoy el café de María está decorado con luces y adornos propios de estas fechas: estrellas fugaces, árboles, ángeles de plata... todo tan falso y artificial como el amor y las buenas intenciones de estos días. Y María, que decora el bar por y para sus clientes, ha sacado algunas de esas fotos que nada tienen que ver con el mar, ni con los marineros, ni con la historia de este pueblo y las ha colocado en diferentes sitios. Se sonríe cuando le pregunto qué tienen que ver esos animales con la Navidad y me dice que nada, o todo -Son días de amor, farero, de respeto y cariño hacia todos... estos pobres animalitos también tienen derecho, ¿no?

Esta tarde, en el bar de María, había una foto nueva junto a las de los animales protegidos. Me quedo parado al verla y, sin saber muy bien qué quiero saber hago un gesto y con la mirada hago mi pregunta.- Me la ha regalado esta mañana Rafalito, el hijo de Fernando. - Y María sigue con sus cosas esperando una nueva pregunta. - ¿Se ha vuelto monárquico? - Se ríe abiertamente desde detrás de la barra, termina de poner unas copas en su estante y me mira. -No, pero ayer me preguntó por las de los animales, le dije que eran especies protegidas, intocables... y hoy me ha traído esa para que la ponga junto a las demás.


















































11 diciembre 2013

Gonzalo, el niño que imitó al ave Fénix.

En julio de 2012, dejaba esta entrada que hablaba de Gonzalo, un niño real de carne y hueso:
Hoy, casi año y medio después, os hablo otra vez de este crío.



Un mal día, a Gonzalo, la vida le cortó sus alas de niño. A sus 8 años se quedó en su cama, recogido sobre sí mismo, incapaz de andar, de comer, de tragar su propia saliva y de quejarse si algo le dolía, si tenía hambre... el colegio, sus compañeros de clase, su equipo de fútbol, su empeño en hacer una y otra vez hasta que le saliesen bien los trabajos que le ponía su señorita... todo se paró de repente, se quedó atrás y se convirtió en simples recuerdos.

Durante meses su madre pasó las noches junto a él, en vela, pendiente de cualquier sonido, de cualquier movimiento. Un programa de televisión contó el caso y la gente se volcó con su familia. -Es inútil todo esto - decían algunos - este niño ha tenido mala suerte y...

Un día fue un movimiento de su mano derecha, otro lo que, ansiosos, se nos hacía algo parecido a una sílaba pronunciada... y Gonzalo, poco a poco, imitó al ave Fénix y resurgió de sus cenizas.  Este curso ha vuelto a su colegio, con compañeros nuevos, con los amigos de siempre. Juega con ellos, habla, se toma su desayuno sin necesidad de máquinas, aprende y sigue el ritmo que su nueva señorita le marca. Quienes creen en Dios dicen que es un milagro, quienes no lo hacemos creemos que ha sido él mismo, Gonzalo, el niño que jugó a ser el ave Fénix, quien ha sacado a Gonzalo del infierno en el que una mala enfermedad le quemó sus alas.

Cuando sale a la calle a jugar con sus amigos su madre lo mira desde la ventana, casi incrédula, un poco asustada, un poco llena de una emoción que no le cabe en el corazón y se le escapa por sus ojos en forma de lágrimas. Y en el colegio, su señorita Paula, la maestra que siempre estuvo a su lado, su madre de lunes a viernes de 9 a 2, se siente la mujer más feliz del mundo cuando Gonzalo viene a ella y la abraza, y le dice que la quiere, cuando ve a su niño emprender el vuelo nuevamente, como el ave Fénix, ganándole paso a paso la batalla a una mala enfermedad.



11 noviembre 2013

Solo.


Esta noche me he sentado delante de la vieja mesa, he cogido la pluma que un buen día me regaló María y he ordenado unos cuantos papeles blancos como la espuma de las olas que se rompen contra las rocas. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero en los papeles hay docenas de palabras escritas y tachadas un segundo después, docenas de caminos empezados que se terminan en el segundo paso. Ahora, como tantas veces, me refugio en el balcón del faro, fuera, donde el aire frío de la noche me cala hasta el alma y donde quiero ver lo que es imposible ver: el puerto, el café de María, a ella… Lo que esta tarde era un rumor de olas se ha convertido en  rugidos que salen del fondo del mar y suben por los acantilados y se filtran entre las rocas y entre los postigos de las ventanas. No sé si esta noche el mar está enfadado y grita o si  se siente tan solo como yo y llora.

He regresado a la vieja mesa y se me hace que los papeles se han quedado dormidos esperando que los vista con mis letras. He tomado de nuevo la pluma entre mis dedos y he empezado a dibujar por uno de ellos líneas sin sentido, despacio, sin prisas, líneas que se cruzan y se enredan.  En la radio un espacio dedicado a Portugal llena la noche de fados, de tristeza, de melancolía, de nostalgias, de saudade que dicen ellos. Pocas cosas me llegan más al corazón que la voz de una mujer portuguesa cantando fados.

He visto en el papel la espalda de María y he convertido mi pluma en mis dedos, y he vuelto a dibujar líneas sin aparente sentido, excusas para recorrer su piel y sentirla.  Que solo está el faro… que solo estoy yo cuando no está ella.

El viejo farero.

26 mayo 2013

El club de los calcetines solitarios.

Algunas veces hasta los busqué en el filtro pero jamás aparecieron. Había oído hablar de ello, de esos calcetines que teóricamente metemos en la lavadora y que se pierden, que nunca aparecen,  pero siempre pensaba que se perdían en cualquier sitio menos dentro de esa máquina. Era imposible que pasase. Pero pasa, al menos a mi me lleva pasando mucho tiempo. No hay aquí en el faro una señora que venga del pueblo a cocinar  y limpiar y que, Dios sabe el motivo, va dejando calcetines desparejados. Tampoco hay niños que jueguen con ellos y terminen perdiéndolos.
 
Una tarde, hablando con unos amigos en el bar de María sobre el tema ella me dio un consejo: pon los que no tienen pareja en un cajón, de vez en cuando los ordenas, verás como terminan apareciendo todos.  Lo hice, dediqué uno de los cajones vacíos a poner los calcetines que salían de la lavadora y no encontraba su pareja, pero ahí siguen la mayoría de ellos. No son muchos, pero siguen estando solos, todos juntos, pero solos.
 
La tarde se ha pintado de gris y amenazaba lluvia y he recogido la ropa que tenía tendida en el patio.  Vuelve el misterio de los calcetines y vuelvo a abrir ese cajón, a sacar los que hay, a extenderlos sobre la cama y a poner los tres que traigo desparejados junto a ellos. Uno a uno los voy colocando junto a cada uno de los que ya había, pero ninguno casa. No hay explicación, al menos yo no la encuentro. Y ahí se quedan sobre la cama, todos alineados, en formación, esperando que la suerte les devuelva la pareja que perdieron. Se me hacen un grupo de hombres a los que el destino convirtió en solitarios. Hasta creo que se emocionan y se ponen nerviosos cuando los cojo en mis manos y les coloco a su lado otro calcetín buscando la media naranja que les falta, pero la ilusión les dura un segundo, el tiempo que tardamos, ellos y yo, en saber que ese nuevo que acaba de llegar tampoco es su pareja, que siguen formando parte de un grupo cada día más grande de seres que perdieron su pareja.
 
Cuando abro el cajón y cojo los calcetines para compararlos con los nuevos que traigo me imagino a las mujeres de los marineros en el puerto las tardes de invierno, esperando el regreso de los barcos con sus hombres. Y cuando los devuelvo a la oscuridad de un cajón cerrado siento que ellas regresan a la penumbra de su casa, solas, porque el hombre que esperaban no volvió del mar.
 
Me estoy volviendo un viejo que sufre con la soledad de los calcetines, y me lo cuento a mi mismo, y lo escribo en un papel que, camino del pueblo,  quemaré y tiraré al mar porque, ¿cómo voy a decirle a mis amigos marineros que me duele la  soledad de los calcetines, que me imagino que son hombres que se quedaron solos, mujeres que se asoman al puerto esperando el regreso de un marido que nunca regresa? ¿Cómo le digo a María que se me nublan los ojos imaginando esa soledad sin ella, bajando  al pueblo y que no esté, buscando su cara por las calles y no encontrarla?

06 mayo 2013

... Y ahora en Televisión Española.

Hoy toca promocionar nuestra Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía o, más bien, hablar de cómo la han promocionado  en el programa La aventura del saber, de la 2 de Televisión Española, programa cultural que ha dedicado 7 minutos a los faros y a nuestra Asociación cuando aún estamos dando los primeros pasos. Ante esto es complicado escribir algo, simplemente te sientes feliz porque el mensaje ha llegado a más personas. Después tal vez no pase nada, pero hoy son más las personas que saben que los faros son importantes, valiosos, un tesoro que hay que conservar. Además los amigos del blog Vuelta ibérica de los faros han tenido el detalle de subir a Youtube esa parte del programa. Mi más sincero agradecimiento a ellos.
 
 
 
 

30 abril 2013

150 años.

Hoy dos de los faros más representativos de Andalucía están de cumpleaños.  Tal día como hoy de 1.863, hace ya 150 años, se ponía la primera piedra del que, 4 años más tarde, sería el  más alto de España: el faro de Chipiona. Las casualidades de la vida, el destino, o tal vez la idea premedita de alguien, hicieron que la fecha elegida para tal acto, 30 de abril de 1.863 coincidiera con otro hito en la historia de los faros andaluces: aquella misma noche comenzó a funcionar el faro de Cabo de Gata.
La de hoy debería ser una fecha llena de actos conmemorativos. El Ayuntamiento de Chipiona y la Autoridad Portuaria de Sevilla, responsables del faro, lo están haciendo y dando, de paso, un ejemplo de defensa de la cultura, de la historia y del patrimonio andaluz: placa en honor de Jaime Font, exposiciones, visitas guiadas gratuitas al faro, conferencias (el próximo jueves día 2 ofrecida por el propio farero, Septimio Andrés, todo un lujo) … y en Almería se ha editado un magnífico libro titulado Lo demás es oscuridad que conmemora esos 150 años de funcionamiento de los primeros faros de la provincia (el último día del año lo hará el de Mesa Roldán) y en el que hemos colaborado más de 180 personas enamoradas de los faros. Pero no es suficiente. La televisión autonómica, la que representa a Andalucía y a la que los andaluces mantenemos en buena medida, debería tener hoy algún programa especial dedicado a estos faros. Son 150 años, pero posiblemente dediquen más tiempo a la casa real holandesa que a nuestra propia historia.
¿Y la Junta de Andalucía? ¿Sabe alguien allí que tenemos faros únicos en España? ¿Alguna consejería va a dedicar un solo euro y una sola fotografía a celebrar esta efeméride?  Me temo que no, esto al fin y al cabo es cultura y la cultura y la política suelen casar mal. Lástima que la actitud de los responsables del faro de Chipiona no se extienda a las demás instituciones políticas y organismos oficiales.
Hoy toca felicitar al faro de Cabo de Gata por sus 150 años de funcionamiento guiando a los marineros, a Mario Sanz y cuantas personas y organismos han hecho posible el libro, al Ayuntamiento de Chipiona y a la Autoridad Portuaria de Sevilla por conmemorar el día de hoy. A los andaluces que conocen sus faros y saben de su valor y  a los que  los desconocen por completo, porque tienen ante ellos todo un tesoro por descubrir.
Aprovechando esta fecha  la Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía ha subido a YouTube un vídeo con una recopilación de imágenes de faros andaluces. Es la primera parte y en esta ocasión está dedicada a la costa atlántica andaluza.  Podéis verlo directamente haciendo clic en el enlace que hay arriba a la izquierda.
 


22 abril 2013

¡Es mío!

Después de tantos y tantos días de lluvia durante este invierno hoy la gente me ha recordado a los caracoles y ahora, con los días de sol, lo que antes eran calles desoladas y plazas solitarias se llenan de personas necesitadas de calor. Y así estaba este mediodía el bar de María, con todas las mesas y las sillas ocupadas: fuera, al sol y a la brisa que venía del puerto, la gente de la ciudad, dentro, en las viejas mesas arañadas por las fichas arrastradas sobre ellas en miles de partidas de dominó, los marineros.

A primera hora de la tarde, cuando el sol comienza su caída desde los cielos hasta el mar,  aun quedaba un par de mesas ocupadas por dos matrimonios y tres niños pequeños; los mayores tomando una copa y charlando, los críos sentados, aburridos, cansados de esperar. Junto a la puerta María esperaba que se marchasen para recoger lo que quedaba y cerrar, yo, a su lado, esperaba a que se marchasen para estar unos minutos a solas con ella. Y desde la puerta hemos visto a dos de los niños coger una pelota que había en una silla para irse a la placita a jugar, pero el otro ha saltado como un rayo y se la ha quitado.  Después se ha vuelto a sentar con el juguete entre sus piernas y sus brazos y ha dicho, casi gritando, dos palabras: ¡es mía!  No juega con ella, pero tampoco deja que los otros lo hagan. Recurren los pobre niños, casi llorando, a una de las mujeres para que les consiga la pelota, pero es una madre moderna, una mujer liberada que tiene su trabajo, su teléfono móvil, su ordenador portátil, su propia cuenta corriente en el banco, su coche... y su hijo tiene su pelota. Es suya y él decide que se hace con ella. La propiedad privada.

-¿Ves farero? ese es el principio de todos los males de este mundo.

No entiendo  qué quiere decirme María, pero  ella no tarda en explicármelo.  -Es mío. De ahí vienen todos los problemas de este mundo, del egoísmo, del "yo" por encima del "nosotros". Cuando una persona dice "es mío" en el tono que lo ha dicho ese niño está poniendo una frontera entre ella y el resto del mundo, en cierto modo se siente superior, con el malvado poder de no compartir, y da más valor a ese sentido de poseer que a las necesidades y los sentimientos de los demás. Sobran "míos" y faltan "nuestros".

Ahora, de noche, en la soledad del faro, las noticias de la radio hablan de las toneladas de comida que se tiran cada día a la basura,  de gente que busca en los contenedores de las ciudades la comida que otros desprecian. Es como el niño de esta tarde y su pelota, inmensamente más triste, más duro, más dramático, pero la misma base, la misma lógica: es mío. No lo uso, no me sirve, pero no lo comparto, no lo doy a quien lo necesita. Y a mí, que no me hace falta tener  razones para pensar en ella, me vienen a la cabeza las palabras de María, y la cara de los pobres niños que se quedaron sin jugar con la pelota porque  otro niño no quiso compartirla, porque, como decía María, sobran "míos" y faltan "nuestros".



El viejo farero.

04 abril 2013

Visita al faro de Chipiona.

El próximo sábado 13 de abril la Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía va a visitar el faro de Chipiona. Falta por concretar la hora, pero será a media mañana. Tanto los socios como los amigos que quieran venir con ellos deben comunicarlo lo antes posible para concretarlo todo con las personas que llevan el tema de la visita. La entrada creo que vale 5 euros pero merece sobradamente la pena, es el más alto de España y en estos días está de celebraciones: 150 años de la colocación de la primera piedra, así que además de ver el faro, su preciosa linterna y Chipiona, la playa, los corrales, la desembocadura del Guadalquivir y la costa de Huelva desde sus casi 70 metros de altura podremos ver la exposición de los 150 años.

Para quienes nunca han subido os diré que son más de 300 escalones pero que se sube muy muy bien, además, a mitad de camino podemos hacer una paradita, y si nos cansamos mucho cuando salgamos tomamos una tapita para reponer fuerzas.

Aquí os dejo unas fotografías del faro y de una parte de  lo que podemos ver desde arriba. Venga, ánimo... ¡y todos al faro de Chipiona!

Espero vuestras respuestas en el correo de la Asociación: farosdeandalucia@hotmail.es





01 abril 2013

Cabo Roche y Sancti Petri.

Hace unos días he tenido la suerte de visitar 2 nuevos faros, ya son 19 en Andalucía y 30 en total. Esta vez tocaba los faros de Cabo Roche y Sancti Petri. Aunque éste en realidad es una baliza ya que su alcance no supera las 10 millas acceder a él es una bonita experiencia ya que está instalado en un islote a unos centenares de metros en línea recta  de la costa gaditana.

 En el año 1898, como consecuencia de la guerra de Cuba, se manda demoler el faro del Castillo de San Sebastián, en Cádiz. Con la desaparición de este faro una gran parte de la costa andaluza queda a oscuras, por ello, en 1899 se propone instalar un faro en el Cabo Roche. La idea era que éste enlazaría con el de Chipiona, lo que iluminaría una buena parte de costa y además haría innecesario un nuevo faro en la ciudad gaditana. La obra llegó a aprobarse 3 años más tarde y se dota al faro de un alcance de 12 millas náuticas y un grupo de 3 destellos más uno con luz blanca, pero el faro nunca llega a edificarse a pesar de que en 1929 vuelve a aprobarse su construcción esta vez con ciertos cambios en su luz. Hay que esperar hasta  el Plan de Señales Marítimas de 1985-89 en el que figura como uno de sus objetivos la recuperación de las antiguas torres vigías, en general del siglo XVI,  su restauración y adaptación a faros.  El experimento se llevó a cabo en 1986 con la torre de Cabo Roche, la primera torre vigía convertida en faro, y el resultado fue tan satisfactorio que a continuación se hizo lo mismo con las de Punta Camarinal, Punta Carbonera, La Herradura, Castell de Ferro y La Polacra.  De todas estas torres convertidas en faros de la costa andaluza la torre de mampostería del siglo XVI existente en el Cabo Roche no es solamente la primera sino que también es la única de planta cuadrada. Su altura es de 16 metros y el plano focal del faro se encuentra a 45 sobre el nivel del mar. Hoy en día su alcance es de 20 millas y ofrece un destello cada 3 segundos. Sobre el techo de la torre existen 4 pilares de hormigón de unos 3 metros de altura que sostienen una plataforma circular del mismo material sobre la que descansa la linterna.

Cuando visité este faro lo primero que se me vino a la cabeza al subir sus escaleras es que quienes lo diseñaron no pensaron ni por un segundo en los hombres que tendrían que trabajar en él.  Difícilmente habrá un faro con unas escaleras más complicadas para subir y bajar y es, de cuantas torres vigías conozco, a la que  peor solución le han dado en lo que a acceso se refiere.

Su sistema de iluminación es muy moderno, la lente ya no es de cristal como las originales de Fresnel sino que es de material acrílico, y la lámpara que luce dentro es de las más modernas del mercado.

Dejamos Cabo Roche y nos marchamos al puerto de Sancti Petri donde nos espera la zódiac que nos llevará al islote donde se encuentra el faro. El camino de ida se hace un poco más largo porque aunque son unos 2 kilómetros de recorrido la mar está un poco alterada y hay que ir despacio para evitar mojarnos. Viendo la fragilidad de esta embarcación aquí, con la costa tan cerca, no puede uno evitar pensar en cómo serán las travesías de los inmigrantes ilegales en barcas incluso más pequeñas que esta en pleno Estrecho.

El nombre de Sancti Petri hace referencia a “Piedra Santa”, ya que antiguamente hubo en la isla un santuario en honor a Melkart. En el siglo XVI se levanta una torre defensiva y posteriormente se fue construyendo el castillo y   fortificando la isla que fue duramente bombardeada por los franceses.

La torre del homenaje se adapta a faro en 1918 según un proyecto de Francisco García de Sola. Aquella primera luz de gas acetileno era fija y tenía un alcance de 12 millas. En 1952 se cambia la linterna y hoy en día funciona por energía solar con baterías de reserva, ofrece un destello cada 3 segundos y su alcance es de 9 millas, por lo que se considera baliza en lugar de faro. La torre tiene una altura de 16 metros y el plano focal se encuentra a 20 sobre el nivel del mar.

La escalera de esta torre no tiene nada que ver con la de Cabo Roche: es de madera, ancha, cómoda…  al final, para salir al exterior y llegar a la linterna un paso un poquito estrecho y nada más pero merece la pena ya que desde lo alto de la torre hay unas vistas preciosas de la costa que abarcan desde Cádiz a Trafalgar. 
Técnicamente la luz de Sancti Petri no es un faro pero, ¿qué importa el título oficial que le den? Tampoco el de Bonanza lo es  por su luz pero su torre merece con creces el nombre.  Cada faro que he visitado tiene su belleza, su encanto especial. Este de Sancti Petri es por el sitio en el que está. Muchas veces he dicho que un faro no es solamente su luz, es su torre, el mar que hay a sus pies, el acantilado al que se asoma… y en este caso la islita donde se encuentra.


Os dejo unas fotografías de esas visitas.





















             



















                                                                                             
                                                                                                        

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11 marzo 2013

Pequeños grandes pasos.

Cada atardecer se enciende la luz del faro. Al principio es casi imperceptible y hasta parece, más que una luz, un reflejo del sol que se esconde en los cristales de la linterna. Pero va pasando el tiempo y la luz del faro brilla más, se hace visible y, cuando queremos darnos cuenta, es la más poderosa de cuantas luces habitan la noche.  Es un protocolo, un camino a seguir. Las cosas grandes se hacen paso a paso. Igual que el Guadalquivir comienza siendo un chorro de agua en las sierras de Jaén, igual que la centenaria encina comenzó siendo una ramita temblorosa con un sólo par de hojas.

Pues igual que tantas y tantas cosas, igual que la luz de los faros, que las encinas y que los grandes ríos, nuestra asociación toma fuerza y da un destello un poquito más grande, ensancha su cauce y hecha nuevas hojitas. Crece. 

Si hace unos días era el amigo Ricardo Alba desde Almería quien a través de los periódicos del Grupo Joly nos dedicaba dos páginas hoy es Radio Andalucía Información quien, gracias a aquel artículo de Ricardo, nos dedica unos minutos en su programa "De Puerto a Puerto".

Para oirnos pincha sobre la imagen. Una vez comience el sonido puedes desplazar el cursor de tiempo hasta el minuto 18.

Un millón de gracias a todos cuantos estáis haciendo esto posible. 

03 marzo 2013

2 páginas.

Hoy quiero compartir con vosotros una alegría inmensa, no corren buenos tiempos y las noticas que leemos en la prensa suelen hablar sistemáticamente de cosas negativas, pero hoy aparece una en los periódicos del grupo Joly, 9 en toda Andalucía, que habla de un nacimiento, de una ilusión que va tomando forma y dando sus primeros pasos. Es nuestra Asociación. Dos páginas dedicadas a dar a conocoer nuestro proyecto. Imposible no sentirse tan eufórico como nervioso.  Es un trabajo de Ricardo Alba, periodista de Mojácar a quien quiero agradecer públicamente su labor y felicitarlo por reflejar en sus letras lo que son los faros. 

El reportaje podéis verlo en las ediciones impresas o en sus diferentes páginas en Internet, en ambos casos en la sección "Andalucía". Los periódicos que componen el grupo son:












Hoy los saludos desde el faro llegan a toda Andalucía.

El viejo farero.

02 marzo 2013

Los Hijos Predilectos de Andalucía.


Dicen que  el discurso de Antonio Banderas en la entrega de la Medalla de Andalucía a sus Hijos Predilectos de este 2013 fue impresionante. Yo no lo había visto ni oído y tenía dos buenas razones para ello: nunca me gustaron los discursos porque creo que tienen mucho de artificial, de “hechos para gustar” y pocas veces me gustan los actores, sobre todo si hay una cámara de televisión o un micrófono cerca,  porque creo que  están actuando y haciéndonos ver su simpatía, su compromiso social, cuando en realidad lo único que hacen es un papel más.
Al final, para poder opinar sobre el discurso de Banderas he decidido oírlo.  Emotivo cuando habla de Manuel José García Caparrós, el joven que murió en aquella primera manifestación del 4 de diciembre de 1977.  Habla Banderas de las cosas que no hubiese hecho si aquella bala le hubiese alcanzado a él, de lo nítido de algunos recuerdos de aquel día a pesar del tiempo transcurrido. Más de 35 años.  El tiempo que el gobierno andaluz ha tardado en considerar que García Caparrós, con su muerte, se convirtió en un Hijo Predilecto de Andalucía. Desde entonces hasta hoy, en esos 35 años, la Junta de Andalucía ha nombrado a otros muchos andaluces, y no andaluces, Hijos Predilectos, supongo que se lo merecían más. Porque, ¿Quién va a negar que la Duquesa de Alba, con sus 34.000 hectáreas de latifundio en una tierra donde la gente del campo no tiene ni tierra ni trabajo se merece semejante título?
Andaluces, levantaos, pedid tierra y libertad.  Eso dice nuestro himno, pero el gobierno andaluz, formado por “socialistas obreros”, otorgó en 2006 la medalla de Andalucía a la mayor terrateniente de nuestra tierra.
Tal vez en el discurso de Banderas faltase preguntarle al señor Presidente por qué no dieron esta medalla a García Caparrós hace años. El joven malagueño no murió hace un año, ni hace 2, son ya más de 35. Tal vez al gobierno andaluz le interese sacar como estandarte de la lucha a aquel chaval que, como tantos  miles de andaluces, pensaba que la autonomía era el camino para sacar a Andalucía del pozo en el que estaba inmersa, de la pobreza, del paro, de la emigración, del caciquismo y de los señoritos. Hoy,  35 años después, la mayor terrateniente de  Andalucía es Hija Predilecta de nuestra tierra, los andaluces siguen emigrando,  el paro sigue siendo el de siempre o peor, la gente del campo sigue sin tierra y sin trabajo. ¿La diferencia? Un montón de políticos que viven del cuento, un montón de coches oficiales, y de edificios oficiales que pagamos entre todos,  de millones de euros para ayudas desviados, de empresas públicas llenas de enchufados, de cargos políticos incapaces de sacar a Andalucía del agujero donde ha estado siempre metida y que quieren desviar la mirada de los andaluces hacia otros políticos, igual de incapaces y de vividores, para parecer buenos haciendo a los demás más malos.
Tal vez, a Banderas, le ha faltado preguntarle al gobierno andaluz por qué ahora, por qué 35 años después de la muerte. Tal vez le ha faltado preguntarle a nuestros políticos para qué sirvió la muerte de aquel chaval. 


El viejo farero.

03 febrero 2013

Mis políticos preferidos.

Hace años, muchos años, una coplilla andaluza que hablaba de bandoleros ponía en boca de uno de ellos este breve poema:
 
Un juez me preguntó un día
que de qué me mantenía.
Yo le respondí: robando,
como se mantiene Usía,
pero yo no robo tanto.
 
¡Quién diría que esta coplilla es de hace un siglo! ¿verdad? Y es que hoy en día esa misma respuesta podría darla cualquier delincuente a cientos de empresarios, a banqueros, ministros/as, diputados, alcaldes, concejales, presidentes autonómicos, consejeros, directores generales de Trabajo... incluso al yerno del mismísimo rey.
 
Yo, para las próximas elecciones, sean las que sean, ya tengo mi lista de candidatos. Me es indiferente que sean municipales, autonómicas o generales, en todas pienso, a partir de ahora, votar a los mismos.  Esta es mi lista:
 
- Curro Jiménez, "El Barquero de Cantillana".
- Diego Corrientes.
- Luis Candelas.
- José María "El Tempranillo".
- Juan Caballero,  "El Lero".
- Juan José Mingollo,  "Pasos Largos".
- Francisco Ríos,  "El Pernales".
- José Ulloa, "Tragabuches".
- Luis Muñoz, "El Bizco de Borge".
 
Seguramente den el voto por nulo y ellos no puedan representarme, no me preocupa: los políticos que tenemos tampoco me representan y siempre consuela un poco creer que, puestos a robar, robarían a los ricos y no a los pobres.

28 enero 2013

La vieja válvula solar.

Hay en el faro una habitación que en otros tiempos fue un almacén lleno de herramientas perfectamente ordenadas, de lámparas y cristales de recambio, de botellas con agua destilada para las baterías y gasóleo para los generadores de reserva, pero desde hace unos años, cuando unas obras reformaron y modernizaron un poco el faro, esa habitación ha ido, poco a  poco, convirtiéndose en un triste cuarto donde  he ido arrinconando cosas que dejaron de ser útiles y que esperan, igual que el arpa del poema de Becquer, el poeta sevillano, que un buen día  les quite la sábana gris de polvo que las cubre y las rescate del olvido. La habitación es un corredor de la muerte donde los condenados esperan que la sentencia del destierro se haga realidad.
 
Ayer entré en la habitación donde las cosas que dejaron de ser útiles duermen y sueñan que un día las eche de menos y decida arreglarlas para que vuelvan a ser lo que fueron, o que les cambie el título de viejas por el de antiguas y las limpie, las restaure y las ponga en algún lugar del faro como reconocimiento a los servicios prestados. Una estantería de madera a la que le falta una parte, un candado inmenso, cerrado, y cuya llave no está junto a él, unos metros de cable para la antena del televisor, insuficientes para poderlos aprovechar, la cabeza de un martillo al que se le partió su cabo y que ahí sigue, esperando que un día le ponga uno nuevo, una silla, un toldo... y debajo, oculta, como asustada, la vieja válvula solar del faro.
 
Hace una eternidad que dejó de ser la encargada de encender y apagar el faro. Un día llegó la modernización a la torre y su vieja lámpara se cambió por una eléctrica. Cortaron los tubos de cobre,  desmontaron la lámpara, se llevaron los acumuladores de acetileno y a ella la dejaron olvidada. Algunas veces, cuando la miraba desde el balcón, me preguntaba qué pensaría, si pudiese hacerlo,  la pobre válvula al ver que ya no controlaba la luz del faro, que el sol ya no hacía que su cilindro negro se dilatase y cerrase el paso del acetileno  y que ella era solamente una cosa que dejaron olvidada.  Años más tarde, cuando la última reforma, la desmontaron y unos albañiles me preguntaron que si aquella lámpara valía para algo.  -No es una lámpara - les dije - es una válvula solar. La dejaron en el cuarto de las cosas olvidadas.
 
He decidido indultarla y rescatarla del olvido y de la oscuridad. A ella la hicieron para estar al sol, bajo las estrellas, sintiendo en su cristal el viento frío que viene del Norte y mirando eternamente el mar. La he traído al pequeño taller y me he puesto a limpiarla. Había perdido el brillo de sus metales y he tenido que desmontarla para limpiarla por dentro. ¡Cuanto tiempo hacía que no tenía entre mis manos un tesoro como este!
 
No volverá a trabajar, ahora es una jubilada que no pasará las noches a la intemperie ni será azotada por la lluvia. Mirará el mar desde la ventana y sentirá los rayos del sol a través de sus cristales. Tal vez incluso alguna que otra mañana la suba al balcón del faro para que vea a las gaviotas colgadas de los vientos y alguna tarde la acurruque en mi regazo mientras veo la puesta de sol.
 
La he puesto cerca de la ventana y ahora, casi de madrugada, la miro y se me hace que está dormida, soñando con el sonido de las gaviotas, de las olas y del viento, recordando cuando eran ella y el sol quienes encendían y apagaban el faro.
 
 
El viejo farero.