Dicen que el discurso de Antonio Banderas en la entrega
de la Medalla de Andalucía a sus Hijos Predilectos de este 2013 fue
impresionante. Yo no lo había visto ni oído y tenía dos buenas razones para
ello: nunca me gustaron los discursos porque creo que tienen mucho de
artificial, de “hechos para gustar” y pocas veces me gustan los actores, sobre
todo si hay una cámara de televisión o un micrófono cerca, porque creo que están actuando y haciéndonos ver su simpatía,
su compromiso social, cuando en realidad lo único que hacen es un papel más.
Al final, para poder opinar sobre
el discurso de Banderas he decidido oírlo.
Emotivo cuando habla de Manuel José García Caparrós, el joven que murió
en aquella primera manifestación del 4 de diciembre de 1977. Habla Banderas de las cosas que no hubiese
hecho si aquella bala le hubiese alcanzado a él, de lo nítido de algunos
recuerdos de aquel día a pesar del tiempo transcurrido. Más de 35 años. El tiempo que el gobierno andaluz ha tardado
en considerar que García Caparrós, con su muerte, se convirtió en un Hijo
Predilecto de Andalucía. Desde entonces hasta hoy, en esos 35 años, la Junta de
Andalucía ha nombrado a otros muchos andaluces, y no andaluces, Hijos
Predilectos, supongo que se lo merecían más. Porque, ¿Quién va a negar que la
Duquesa de Alba, con sus 34.000 hectáreas de latifundio en una tierra donde la
gente del campo no tiene ni tierra ni trabajo se merece semejante título?
Andaluces, levantaos, pedid
tierra y libertad. Eso dice nuestro
himno, pero el gobierno andaluz, formado por “socialistas obreros”, otorgó en
2006 la medalla de Andalucía a la mayor terrateniente de nuestra tierra.
Tal vez en el discurso de
Banderas faltase preguntarle al señor Presidente por qué no dieron esta medalla
a García Caparrós hace años. El joven malagueño no murió hace un año, ni hace 2,
son ya más de 35. Tal vez al gobierno andaluz le interese sacar como estandarte
de la lucha a aquel chaval que, como tantos miles de andaluces, pensaba que la autonomía
era el camino para sacar a Andalucía del pozo en el que estaba inmersa, de la
pobreza, del paro, de la emigración, del caciquismo y de los señoritos. Hoy, 35 años después, la mayor terrateniente de Andalucía es Hija Predilecta de nuestra
tierra, los andaluces siguen emigrando, el paro sigue siendo el de siempre o peor, la
gente del campo sigue sin tierra y sin trabajo. ¿La diferencia? Un montón de
políticos que viven del cuento, un montón de coches oficiales, y de edificios
oficiales que pagamos entre todos, de millones de euros para ayudas desviados, de empresas públicas
llenas de enchufados, de cargos políticos incapaces de sacar a Andalucía del
agujero donde ha estado siempre metida y que quieren desviar la mirada de los
andaluces hacia otros políticos, igual de incapaces y de vividores, para
parecer buenos haciendo a los demás más malos.
Tal vez, a Banderas, le ha
faltado preguntarle al gobierno andaluz por qué ahora, por qué 35 años después
de la muerte. Tal vez le ha faltado preguntarle a nuestros políticos para qué
sirvió la muerte de aquel chaval.
El viejo farero.