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Me acerco a la barra y saludo a María, le pido un vaso y vuelvo donde mi amigo. - Yo no tengo nada en especial que quiera olvidar Rafael, pero te acompaño- Él tampoco quiere olvidar, posiblemente quiera recordar, endulzar su dolor con el sabor del vino de Málaga, pero no quiere olvidar, y sabe que tampoco puede.
-Es mentira farero, el vino ni ahoga las penas ni hace que las olvides, simplemente hace que te sientas más impotente aun para intentarlo, y cada vaso te trae más y más recuerdos a la cabeza, y no puedes evitarlo... o será que yo no quiero.
Entre vaso y vaso mi amigo, que no tiene más de 25 años, me cuenta que la que era su novia, que vive en un pueblo relativamente lejano, le ha dejado, pero que a pesar de ello lo quiere, y y desea y necesita que sigan siendo amigos.
-Amigos dice, ¿Y cómo se mira a una amiga cuando se está enamorado de ella? ¿ Y cómo se despide uno sin decirle que la ama? ¡Amigos...! ¿Tú crees farero que puedo saludarla y darle un beso sin querer besar sus labios?
No le contesto, bebo un sorbo mínimo de mi vaso y le dejo que se desahogue hablando. También él bebe, y rompe a llorar, callado, gimiendo, como un niño asustado. Se acerca María y acaricia su pelo. Para ella es como un hijo y el chaval, porque es un chaval, la mira con los ojos llenos de lágrimas, y se limpia torpemente con una mano.
- No sé cómo se hace María, no sé cómo olvidar que la amo. ¿Se puede olvidar lo que hemos vivido juntos, las noches juntos, los paseos juntos...?
-¿Y qué piensas hacer Rafa, qué quieres hacer? Si ella ama a otro tú no puedes evitarlo.
-No verla María, ni llamarla, ni saber nada más de ella, ¿Cómo voy a verla con otro sin morirme por dentro? No puedo ser solo su amigo, ahora ya no puedo.
-¿Y qué piensas hacer Rafa, qué quieres hacer? Si ella ama a otro tú no puedes evitarlo.
-No verla María, ni llamarla, ni saber nada más de ella, ¿Cómo voy a verla con otro sin morirme por dentro? No puedo ser solo su amigo, ahora ya no puedo.
Retira María la botella y la deja sobre una mesa cercana, y toma entre sus dedos la barbilla de quien hoy es su hijo adoptivo, y cariñosamente le obliga a mirarla a los ojos.
-¿Qué ibas a decirle en esa carta que aun no has comenzado?
-Que la quiero, que la amo, y que no puedo hacer lo que me pide, que me duele demasiado, que... no sé.
-Claro que puedes, es posible hacerlo Rafa, sólo tienes que ver a quien quieres más, si a ti o a ella.
Se marcha al lavabo, pasándose las manos por su cara, el marinero que quiere emborracharse para olvidar un amor imposible, regresa al cabo de unos minutos, con los ojos rojos y una leve y triste sonrisa en su boca. Se sienta sin decir nada, mira a María, otra leve sonrisa... Comienza a escribir su carta:
Querida Amiga mía:
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