De haber sido un criminal tendría el agravante de nocturnidad y alevosía, porque así es como ha entrado este otoño tardío y repentino: de madrugada, sorprendiéndome dormido, a traición casi.
Ha estado lloviendo hasta media mañana y poco después del amanecer, con las primeras luces grises y plomizas del día, las calles se veían vestidas de otoño. Aceras llenas de hojas que el viento primero arrancó de sus árboles y después se las llevó lejos, unas veces volando, otras arrastrándolas sobre las lozas, hasta que el agua las ha hecho prisioneras y ahora están empapadas, pegadas al suelo, incapaces de seguir volando.
Se han convertido los jardines en pequeños lagos, y de su superficie nacen desde el mismo punto dos árboles siameses: uno se alza hacia un cielo lleno de nubes, el otro parece recostado, dormido sobre el agua. Es incapaz esta tierra que lleva seca desde la primavera de admitir tanta agua.
He apoyado mi frente en la reja que hoy cierra el parque y que me impide pasear bajo los árboles que hoy lloran desde sus ramas gotas de lluvia y me he sentido tierra. Una tierra sobre la que ha diluviado dolor, penas, tristezas, ausencias… Una tierra incapaz de absorber tanta lluvia, una tierra encharcada, como la de este parque, una tierra a la que de repente llegó otro otoño igual de gris y de frío. Me ha traído a la realidad el frío del hierro mojado y unas gotas que corren por mis mejillas. Es la lluvia, me digo.
A mediodía salió el sol y la tierra del parque va bebiéndose los pequeños lagos, los charcos. Los árboles siameses han sido separados por algún misterioso cirujano y ahora solamente queda uno que crece hacia un cielo azul. Cuestión de tiempo esto de que la tierra se beba la lluvia, cuestión de tiempo que cese ese otro diluvio y la tierra que hoy soy sea capaz de absorber tanta lluvia, tanto dolor, tanta tristeza.
8 comentarios:
A ver si te alegro un poco farero! te cambio tu lugar por el mío, aquí en Argentina, que a mí me gusta la lluvia, el frío y los faros.
No sé si a vos los adolescentes, la primavera y el rol de abuelo cocinero, pero con proponértelo no pierdo nada! jajaj!!!
Pero siempre llega la primavera Farero,siempre.
Un abrazo enorme
Este otro otoño que estás viviendo hizo que escribieras este maravilloso texto que con nada de imaginación se convierte en poema y encharca de emoción al leer esa manera de describir cuando la tierra no puede absorber tanta agua repentina.
La tristeza de ese otro otoño que ahora te invade irá poco a poco alejándose dando paso a otras sensaciones y entonces sabrás que por fin la tierra pudo con el diluvio.
Un abrazo
María José
U
a veces el otoño se imprime con tristeza...solo debemos hacer brillar el sol en nuestra alma...Bello texto :)
Precioso texto, amigo...
La tristeza que te invade es palpable, pero inmensamente humana..
esas gotas que recorren tu mejilla, es "sentimiento"del de mas adentro, del que te desgarra las entrañas... cuando el ser que te dió la vida... reposa en paz...
un abrazo cariñoso...
Ana
Hola Paco, amigo Farero. Entiendo, aun sin saberlo por tus palabras directas, que estás pasando por la misma tristeza que aun arrastra mi ser. Por eso mismo, me ha dado ganas de dedicarte un post en mi blog "mis gitanos verdes"... Creo que allí he dicho todo lo que siento, y lo que te comprendo.
Un abrazo de los grandes desde Ciudad de Buenos Aires
www.gitanosverdes.blogspot.com
Cuando niños, nos decían las viejas que la lluvia eran lágrimas de dios. Y yo me preguntaba cómo era posible que dios (viviendo en la gloria)pudiera llorar tanto.
A quienes habéis dejado algún comentario os quiero pedir perdón por dos motivos: el primero por esta tardanza en responder a vuestras palabras,no están siendo días fáciles; el segundo por no cumplir esta vez esa norma que tengo de responder a cada uno por separado y hacerlo asi, a todos juntos.
Y después de esto solamente me queda agradeceros vuestras palabras desde lo más hondo de mi corazón.
Un abrazo.
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