Cada vez que he visitado
Cudillero mi mirada, de manera inevitable, ha terminado posada sobre su faro.
Desde el puerto, desde el dique de abrigo, desde lo alto del mirador… Un día
conseguí acercarme hasta la cancela que cierra el paso y aísla al faro del
resto del mundo, fue la vez que más cerca estuve de él. Lo había visto desde la
distancia, desde la proximidad que me regalaba su pequeño reciento, incluso
desde arriba, desde ese mirador privilegiado que es la Atalaya, y ahora este
farero me estaba abriendo las
puertas del faro para que también lo viese desde dentro. Es un edificio
sencillo, sin grandes pretensiones. Los faros, igual que tantas cosas, igual
que las personas, no necesitan ser grandes para ser valiosos.
Desde que visité el faro
portugués de Montedor he ido haciendo una pequeña colección de fotografías de
sus escaleras. Aquí, como me dice el farero que hoy hace de guía, son más
modestitas; tampoco los faros son tan altos ni tan anchos y por tanto sus
escaleras no tienen nada que ver con las de Montedor o Sines, pero cumplen el
mismo objetivo: a los fareros de verdad, a los hombres de mantenimiento,
llevarlos a la óptica, a mi llevarme a algo muy
parecido a una nube.
Miro desde el balconcillo
el pequeño puerto viejo metido casi en la misma plaza del pueblo y, a poniente
de éste, el nuevo, construido en 1.969 y que se llevo por delante la única
playa que tenía Cudillero. Sus casas, el mar, el lugar donde hace unos años
pasé la noche en la autocaravana cuando hice la ruta de los faros españoles… El
mundo visto desde donde siempre he soñado.
El primer faro que hubo en
Cudillero, como tantos otros, era una fogata que el Gremio de Mareantes
encendía en el lugar conocido como La Garita. La leña fue el primer combustible
utilizado para guiar a los hombres de la mar. Hasta finales del siglo XVIII
todos los faros se iluminaban con hogueras que en ocasiones eran sustituidas
por velas.
El faro de Cudillero se
inauguró el 1 de agosto de 1.858 y el primer combustible utilizado fue el
aceite de oliva; a los pocos años esta lámpara fue sustituida por una Maris de
parafina y petróleo que alumbró en el faro hasta 1.930, año en que se
electrificó. Hoy en día la óptica está
formada por un aparato cuadrado catadióptrico que encierra una lámpara de 1.000
watios. En caso de fallo entra automáticamente en servicio un sistema de
iluminación con gas acetileno que utiliza dos quemadores ZBFA con un consumo de
15 litros/hora.
En 1.921 se amplió el
edificio del faro siendo renovado por completo en 1.984. Las instalaciones
actuales están rodeadas por un muro de piedra y el edificio está recubierto por
azulejos de color claro y las partes bajas pintadas de blanco.
La torre de este faro,
hexagonal, tiene dos balconcillos consecuencia
de la ampliación en altura del mismo (algo así como el de Sines) y ya antes de
hacer la obra una canción popular decía:
El faro de Cudillero
lo van a poner más alto,
pa que alumbre a San
Esteban (de Pravia)
y no se pierdan los barcos.
Como
recuerdo se dejó el antiguo balconcillo y una escalera metálica exterior lo
unió al nuevo que rodea la linterna actual. Al ganar en altura el faro también
ganó en alcance geográfico por lo que la linterna existente entonces fue
sustituida por otra más moderna de montantes helicoidales que recoge en si
interior la óptica del faro cuya señal luminosa es un grupo de 4 ocultaciones
cada 16 segundos teniendo un alcance de 25 millas náuticas. A pesar de la reducida altura de la torre (no
llega a 10 metros sobre el terreno) su plano focal se eleva a 30 metros. Dispone
de una sirena para días de niebla de la marca Pintsch que data de 1.945 y emite cada 30 segundos la letra D en clave
Morse. Lo lógico sería que emitiese la primera letra del nombre del faro como
es habitual, que en este caso sería la
C, pero dicha letra ya era utilizada por
el faro de Candás.*
*Los datos técnicos referentes al faro han sido tomados del libro "Faros del litoral asturiano", de Belén Menéndez Solar.
6 comentarios:
Preciosas imágenes, resulta imposible no enamorarse de los faros y de lo que iluminan
un besazo
Supongo que no todo el mundo ve en los faros la atracción que vemos algunos; yo, por ejemplo, ahora tengo en casa una pequeña colección a la que poca gente daría valor y muchas menos comprendería el hecho de tenerla: son 5 lámparas, 5 bombillas diferentes que han iluminado en 3 faros diferentes de España. Ya ves, para mi son un pequeño tesoro.
Me alegra tu paso por el faro. Por cierto, hace un tiempo te envié un correo con alguna foto de escaleras de faros, no se si "se perdió" en el camino.
Un beso desde el Sur.
excelente entrada
Gracias Ludu, bienvenido al faro.
Un saludo desde el Sur.
Antes incluso de conocerlo "in situ", Cudillero tuvo siempre para mí un encanto especial, desde la primera vez que escuché su nombre en la voz de Víctor Manuel, en aquel hermoso tema titulado "De Cudillero", del que aún recuerdo el estribillo:
"Marinero, arría la vela, que está la noche tranquila y serena".
Hace ya muchos años que lo visité, pero sigo enamorado de él, como de otros tantos pueblos asturianos.
La primera vez que vi Cudillero pensé: Cuando sea mayor y esté jubilado me gustaría vivir aquí". Es un lugar que siempre me ha atraído de manera especial, así que imagínate cuando el farero me dijo de enseñarme el faro por dentro.
Un abrazo Miguel Ángel.
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