Imaginad que hemos subido a
la linterna de un faro. Nos asomamos, vemos el mar más o menos cerca y después miramos
al suelo, a una treintena de metros del pie de la torre. ¿Qué veremos?
Posiblemente lo más lógico sería responder que veríamos rocas, y es que a los
faros solemos imaginarlos al borde de un acantilado en el extremo de un cabo, pero hay linternas
desde las que, a 30 metros de la torre, lo que hay es la arena de una playa,
como ocurriría si fuese el de Nules o el de Trafalgar. En el de Marbella serían
bloques de pisos, si miramos desde el faro de Castell de Ferro, en la provincia
de Granada, lo que tendríamos alrededor sería un monte casi desertizado con 500
metros entre nosotros y el mar, desde el faro de Málaga, al que llaman la Farola,
veríamos a nuestros pies aparcamientos
y el puerto de la ciudad. También veríamos arena y un puerto, en este
caso fluvial, si lo hacemos desde el faro de Bonanza, en Sanlúcar de Barrameda,
pero si desde donde miramos es desde la linterna del faro de Luarca lo que
tenemos a unos cuantos metros son dos cosas: una la carretera que lo rodea como
si la abrazase, rozando sus muros, la
otra el cementerio. Y es que posiblemente, este faro tenga una de las
ubicaciones más originales de todos los faros españoles.
El mejor modo de entrar a
Luarca es haciéndolo desde la antigua nacional, la 634. Si venimos desde la
parte oriental de Asturias 2 kilómetros antes de Luarca hay un cruce donde
podemos seguir recto o tomar el desvío a la derecha. Por ambos caminos la distancia
a Luarca es de 2 km, el desvío de la derecha pasa por Villar, pequeña población
con numerosas casonas de indianos, pero la importancia de este faro para Luarca
es tal que el indicador no pone “Villar” sino “Luarca (por el faro)”. Pocos pueblos de este país tendrán una
entrada más bonita pues al final de la Punta Mocicón la carretera hace una
curva que dibuja una raqueta y que nos abre un balcón al Cantábrico y, según
vamos girando a la izquierda rodeando el faro, al puerto, a Luarca y al
cementerio donde reposan los restos de Severo Ochoa.
El faro de Luarca se
encuentra situado en un lugar llamado La Atalaya y entre los siglos XVI y XVIII
existió aquí un fuerte cuya misión era la defensa de la villa codiciada por ingleses
y franceses. Cerca del faro aun se conserva la Mesa, lugar donde los miembros
del gremio de Navegantes y Mareantes se reunían para discutir problemas
relacionados con su actividad. Una de las cuestiones a resolver era, en los
días en los que el estado de la mar era dudoso, si salir a faenar o no. Para
ello pintaban una barca en un extremo de la mesa y una casa en el otro. Los
hombres que pensaban que se podía salir a la mar se colocaban junto al dibujo
de la barca, los que creían que faenar era peligroso ese día se colocaban junto
al dibujo de la casa. Si eran mayoría los que se colocaban en el lado de la
barca cada cual decidía si salía a faenar o no, pero si eran mayoría los que se
colocaban junto a la casa la prohibición de salir a faenar era tajante y todos
tenían que respetarla. Unos azulejos en la pared exterior de la lonja de Luarca
recuerdan y explican este sistema democrático usado por los marineros de esta
villa.
Las primeras señales
luminosas para guiar a los hombres de la mar en esta zona fueron unos fuegos
que se encendían al pie de la Torre Vieja, del siglo IX, después se edificó la
ermita de la Virgen Blanca, que sigue en pie junto al faro. En una de sus ventanas
se encendía una luz costeada por el gremio de Navegantes y Mareantes. El actual
faro fue inaugurado el 15 de noviembre de 1.862 y su óptica tuvo un coste de
5.278 pesetas.
El edificio primitivo era
de forma rectangular con tejado de pizarra, buhardilla, pintura blanca en la
fachada y remate de sillería en las esquinas. Más tarde se alargó el cuerpo
principal en dirección opuesta a la torre pero manteniendo el mismo aspecto
totalmente integrado en la estética de Luarca.
La torre de este faro se
encuentra semiadosada a la fachada Oeste
y es la original de mediados del siglo XIX, es prismática, de sección cuadrada,
cada una de las otras 3 fachadas de la torre posee una vidriera en forma de
arco de medio punto enmarcadas en piedra que iluminan la escalera de acceso a
la linterna. La altura total del faro es de 10 metros y su plano focal es de 54
sobre el nivel del mar. Entrar a esta torre, ver la impresionante escalera de
caracol abierta, de fundición de hierro, las cristaleras y a través de ellas Luarca, el
puerto, el Cantábrico es un regalo impagable. Por unos instantes te quedas
boquiabierto, asombrado, mirándolo todo y sin saber qué decir. La tentación de
tocar la escalera, de subir por ella es inmensa, pero el interior de la torre,
la luz que la llena, te retienen, todo lo haces despacio, empapándote de algo
que de manera inconsciente sabes que, muy posiblemente, sea único.
La linterna está rodeada
por un balconcillo cuadrado, con barandilla de hierro. La óptica que cobija
consta de un aparato catadióptrico fijo de forma circular y una lámpara de 500
watios cuya luz, al no girar la óptica, se enciende y apaga ofreciendo 3
ocultaciones cada 8 segundos y teniendo un alcance de 20 millas. El sistema de
ayuda se completa con una Sirena Pintsch
que en los días de niebla emite la letra “L” con un alcance de 10 millas. Para
casos de emergencias el faro cuenta con un grupo electrógeno de la firma
alemana Freeport.
Aquí termina este relato de
mi viaje por estos 5 faros asturianos, un recorrido de esos que son sencillamente
inolvidables, no por lo largo, ni por la lejanía, sino porque son vivencias que
te llenan, que te calan hasta lo más honde de tu ser. No ha sido solamente entrar
a 5 faros, ni tampoco que estos faros estén en una tierra que me tiene
enamorado, ni tan siquiera que uno de ellos sea el de Cudillero, todo un mito para mí y donde ni en sueños imaginaba
poder entrar algún día, ha sido también
(y sobre todo) la persona que me los ha ido enseñando, la persona que me ha
contado mil cosillas sobre ellos, sobre su mantenimiento… la misma persona, un
farero de verdad, que me invitó a café en su faro y que se despidió de mí con
un abrazo amigo. De todo esto solamente me queda una pequeña espinita clavada:
no poder decir su nombre y no poder darle públicamente las gracias por haberme hecho semejante
regalo. Si me lees, amigo farero, sabes que todo esto lo digo de corazón.
A Belén Menéndez, mi amiga
asturiana, si puedo darle las gracias (no me lo has prohibido, que conste) por
interceder por mí y hacer posible esta experiencia. Un beso Belén y un abrazo
desde el Sur. Tenemos pendiente un café.
9 comentarios:
Precioso relato.Gracias por compartir. Inolvidable experiencia el charlar con un farero de verdad, me imagino las anécdotas interesantísimas.
un abraXo!
Me olvide......Maravilloso y emotivo relato, sobre "cerrando puertas" que escribiste previamente.
Hola Farero,
enhorabuena por tu entrada, siempre te superas.
Me gusta mucho mirar tan bellas fotos y aprender de ese emblema tan romántico con es un faro.
Un fuerte abrazo.
Marilyn: La experiencia de visitar estos 5 faros ha sido maravillosa, pero la de charlar con este hombre y ver un poquito la vida de un farero a través de sus palabras ha sido un regalo inmenso.
Me alegro que te gustase "cerrando puertas", y gracias por tus palabras.
Un beso desde el Sur.
Beatriz: Gracias, la verdad es que los faros son un poco como las buenas personas: mientras más las vas conociendo más te enganchas a ellas.
Un beso desde el faro.
P.D. Si alguna vez ves una fotografía que te guste solamente tienes que pedírmela y te la paso con una resolución mejor que las que subo al blog.
Realmente me impresionan este tipo de post, soy una admiradora especial de los faros, siempre me llamaron la atención debido al misterio que encierran, la luz iluminando el mar y a los barcos para que lleguen a buen puerto... me encantó este post....
Viejo Farero, agradezco de corazón tu comentario en mi faro, pequeño, pero hecho con tanto cariño para las personas que tienen a bien ir, salgan satisfechas... un abrazo :**
Adictos a los faros nos estás haciendo, ahora al llegar a un lugar de costa busco la situación del faro, antes era casual verlo. Vas a tener que seguir "sembrando" porque los que te leemos estamos "enganchados".
Un abrazo desde Potes
PATTY: Los faros tienen magia. La inmensa mayoría de las personas tienen una idea un tanto romántica de ellos, de su soledad y aislamiento, de la manera de ser de los fareros... pero eso es porque nunca han entrado a uno, ni han subido a su linterna y han visto el mar desde donde solamente lo ven los fareros porque, si lo hacen, verán que la magia de este mundo llega mucho más allá de lo que somos capaces de imaginar.
Respecto a tu "pequeño faro" te puedo asegurar que en un faro la torre es lo de menos, lo verdaderamente importante son dos cosas: el alcance de su luz y su presencia cada noche, y tu faro reúne ambas cosas.
Un abrazo desde mi faro.
SEÑORA INVITADA QUE ESCRIBE DESDE POTES: Toda una satisfacción saber que cuando llegas a un lugar de costa buscas el faro. Y si eso mismo le ocurre a más personas pues mejor que mejor. Un día de estos os dejo aquí un examen sobre ellos, a ve si habéis aprendido algunas cosillas.
Un abrazo, y feliz viaje de vuelta.
Qué maravilla, vaya suerte haber podido entrar y fotografiar estos faros tan bonitos. Gracias por compartirlo!
La verdad es que me siento afortunado por haber conocido estos faros por dentro y sobre todo por haber hablado en algunos de ellos con los propios fareros. Espero que a la lista se sumen algunos más en cuanto pase el verano. Ya os contaré.
Un saludo desde el Sur.
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