Hace unos días he tenido la suerte de visitar 2 nuevos faros, ya son 19 en Andalucía y 30 en total. Esta vez tocaba los
faros de Cabo Roche y Sancti Petri. Aunque éste en realidad es una baliza ya
que su alcance no supera las 10 millas acceder a él es una bonita experiencia
ya que está instalado en un islote a unos centenares de metros en línea
recta de la costa gaditana.
En el año 1898, como consecuencia de la guerra de Cuba, se manda demoler
el faro del Castillo de San Sebastián, en Cádiz. Con la desaparición de este
faro una gran parte de la costa andaluza queda a oscuras, por ello, en 1899 se
propone instalar un faro en el Cabo Roche. La idea era que éste enlazaría con
el de Chipiona, lo que iluminaría una buena parte de costa y además haría
innecesario un nuevo faro en la ciudad gaditana. La obra llegó a aprobarse 3
años más tarde y se dota al faro de un alcance de 12 millas náuticas y un grupo
de 3 destellos más uno con luz blanca, pero el faro nunca llega a edificarse a
pesar de que en 1929 vuelve a aprobarse su construcción esta vez con ciertos
cambios en su luz. Hay que esperar hasta
el Plan de Señales Marítimas de 1985-89 en el que figura como
uno de sus objetivos la recuperación de las antiguas torres vigías, en general
del siglo XVI, su restauración y
adaptación a faros. El experimento se
llevó a cabo en 1986 con la torre de Cabo Roche, la primera torre vigía
convertida en faro, y el resultado fue tan satisfactorio que a continuación se
hizo lo mismo con las de Punta Camarinal, Punta Carbonera, La Herradura,
Castell de Ferro y La Polacra. De todas
estas torres convertidas en faros de la costa andaluza la torre de mampostería
del siglo XVI existente en el Cabo Roche no es solamente la primera sino que
también es la única de planta cuadrada. Su altura es de 16 metros y el plano
focal del faro se encuentra a 45 sobre el nivel del mar. Hoy en día su alcance es
de 20 millas y ofrece un destello cada 3 segundos. Sobre el techo de la torre
existen 4 pilares de hormigón de unos 3 metros de altura que sostienen una
plataforma circular del mismo material sobre la que descansa la linterna.
Cuando visité este faro lo
primero que se me vino a la cabeza al subir sus escaleras es que quienes lo
diseñaron no pensaron ni por un segundo en los hombres que tendrían que
trabajar en él. Difícilmente habrá un
faro con unas escaleras más complicadas para subir y bajar y es, de cuantas
torres vigías conozco, a la que peor
solución le han dado en lo que a acceso se refiere.
Su sistema de iluminación es muy
moderno, la lente ya no es de cristal como las originales de Fresnel sino que
es de material acrílico, y la lámpara que luce dentro es de las más modernas
del mercado.
Dejamos Cabo Roche y nos
marchamos al puerto de Sancti Petri donde nos espera la zódiac que nos llevará
al islote donde se encuentra el faro. El camino de ida se hace un poco más
largo porque aunque son unos 2 kilómetros de recorrido la mar está un poco
alterada y hay que ir despacio para evitar mojarnos. Viendo la fragilidad de
esta embarcación aquí, con la costa tan cerca, no puede uno evitar pensar en
cómo serán las travesías de los inmigrantes ilegales en barcas incluso más
pequeñas que esta en pleno Estrecho.
El nombre de Sancti Petri hace
referencia a “Piedra Santa”, ya que antiguamente hubo en la isla un santuario
en honor a Melkart. En el siglo XVI se levanta una torre defensiva y
posteriormente se fue construyendo el castillo y
fortificando la isla que fue duramente bombardeada por los franceses.
La torre del homenaje se adapta a
faro en 1918 según un proyecto de Francisco García de Sola. Aquella primera luz
de gas acetileno era fija y tenía un alcance de 12 millas. En 1952 se cambia la
linterna y hoy en día funciona por energía solar con baterías de reserva,
ofrece un destello cada 3 segundos y su alcance es de 9 millas, por lo que se
considera baliza en lugar de faro. La torre tiene una altura de 16 metros y el
plano focal se encuentra a 20 sobre el nivel del mar.
La escalera de esta torre no
tiene nada que ver con la de Cabo Roche: es de madera, ancha, cómoda… al final, para salir al exterior y llegar a
la linterna un paso un poquito estrecho y nada más pero merece la pena ya que
desde lo alto de la torre hay unas vistas preciosas de la costa que abarcan
desde Cádiz a Trafalgar.
Técnicamente la luz de Sancti
Petri no es un faro pero, ¿qué importa el título oficial que le den? Tampoco el
de Bonanza lo es por su luz pero su
torre merece con creces el nombre. Cada
faro que he visitado tiene su belleza, su encanto especial. Este de Sancti
Petri es por el sitio en el que está. Muchas veces he dicho que un faro no es
solamente su luz, es su torre, el mar que hay a sus pies, el acantilado al que
se asoma… y en este caso la islita donde se encuentra.
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3 comentarios:
MI abuelo y después mi tío fueron faristas(que así le gustaba a mi abuelo que los llamaran), en el faro de Sancti Petri.
Para mí los faros tienen una atracción que me inunda el espíritu de felicidad, es la mejor forma de explicar lo que siento ante ellos.
Un beso, farero.
Leonor
Durante la guerra, mi abuelo, por miedo a los bombardeos, mando a mi abuela y todos sus hijos, entre los que estaba mi madre, a una casa en el pinar del Coto de San José, donde hay una balizas que se ven desde el faro de Sancti Petri y que él tenía que mantener en buen estado. Hasta allí fueron caminando cargados con colchones y ropas para pasar unos días que se preveían complicados.
Una de las historias del farero de Sancti Petri, mi abuelo Antonio Beltrán.
En mi blog suelo hacer muchas entradas dedicadas a mi familia y sus vivencias en Sancti Petri.
Un beso.
Siempre es una alegría conocer personas relacionadas con el mundo de los faros y, más aún, de los fareros o faristas. Visitaré tu blog para empaparme un poco sobre esas vivencias, seguro que aprendo cosas interesantes.
Un beso.
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