26 junio 2012

Y ahora cigüeñas negras.


Hace unos días os dejaba un enlace a una cámara que transmite en tiempo real y gracias a la cual podemos seguir en cualquier momento con sonido incluido, la evolución de unos polluelos de águila pescadora en su nido.  Al final he indagado y el nido está al sur de Estonia, en una zona usada por el ejército de ese país para sus maniobras y donde estas aves tienen un buen territorio para alimentarse.  Todo esto forma parte de un proyecto para el estudio del águila y la cámara se instaló junto al nido para observar a los animales y regalarnos, a través de internet, la vivencia a quienes queramos compartirla.

Las mismas personas tienen otro proyecto también en Estonia, esta vez con un nido de cigüeña negra, y también hay una cámara que nos permite verlo en tiempo real. Pocas veces la tecnología ha colaborado más a que las personas se encariñen con los animales y sigan su vida como si formase parte de la suya. Si pulsáis sobre la imagen que tenemos al lado y todo funciona bien, abriréis otra ventana indiscreta, esta vez a la casa de una familia de cigüeñas negras.  Otra familia para presentar a los niños, Paqui.

24 junio 2012

5 faros de Asturias. Cabo Vidio.


Sobre el faro de Cabo Vidio cuenta Guillermo Esaín en su libro Rutas por los Faros de España en coche: “el último farero, bajo los temporales, salía con su furgoneta cargada con bombonas de butano rellenas para evitar que el temporal lo arrastrase al abismo”.  No es que el autor del mencionado libro conociese a aquel farero, ni que tan siquiera lo viese un sólo día con su furgoneta cargada de bombonas de butano. La historia se la contó otro farero, el mismo que le enseñó los faros de la zona y le contó casi todo lo que sobre ellos dice el libro. Lástima que después en la obra su autor no haga mención al farero que le contó tantas cosas y transmita la  sensación de que todos esos conocimientos son de su propia cosecha.

El farero que ayudó de manera totalmente desinteresada a D. Guillermo Esaín es el mismo farero que he tenido la suerte de conocer yo, el mismo que me está enseñando estos faros y que me cuenta montones de detalles y de historias. Antes de escribir el primer artículo sobre los faros asturianos que he conocido en este viaje le comenté la idea y su respuesta, acorde con su humildad, no pudo ser otra: Vale, pero no digas mi nombre ni donde vivo, eso de la popularidad no va conmigo.  No sabe este hombre el trabajo que me cuesta hablar de todo esto sin nombrarlo a él.

No me extraña que aquel farero cargase su furgoneta con bombonas porque el faro está realmente a merced de los temporales, y aunque desde la carretera no se aprecia basta ver una fotografía aérea del cabo para hacerse una idea de sus condiciones en invierno.  Hace ya 3 años y medio que lo visité con la autocaravana y aun recuerdo el viento y la lluvia pegando de costado y el vehículo moviéndose de un lado a otro como si un barco en alta mar fuese. Fue uno de los 4 sitios (junto a Cabo Peñas, Ortegal y Estaca de Bares) donde en ocasiones pensaba que aquello era una locura que podía pagar cara, pero, como dice mi amiga Maite, al final todo termina bien.

El faro de Cabo Vidio está edificado al final de una estrecha meseta limitada por acantilados de más de 75 metros de altura. En su extremo norte el cabo se fractura en islotes, el más próximo de ellos el de Chouzano con el que se une cuando está la bajamar. Durante más de 300 metros mar adentro se extiende una serie de peñascos y bajos que constituyen un serio peligro para la navegación. Bajo el Cabo el mar ha ido haciendo una cueva de grandes proporciones llamada La Iglesiona y a la que, con cierto peligro, se puede acceder  con la bajamar.


El faro de Cabo Vidio se mandó construir en 1.942  tras ser reclamado muchas veces y ocurrir demasiados naufragios en la zona, pero esto es España y las obras no comenzaron hasta febrero de 1.948 siendo inaugurado en el verano de 1.950. Su presupuesto fue de 236.595 pesetas, poco más de 1.400 euros. Lo que ha subido la vida, por dios.

La vivienda original es rectangular, de una sola planta con cubierta de teja roja a 4 aguas y carpintería de madera de castaño con contraventanas exteriores. Más tarde se añadió una nueva con dos plantas que comunica con el edificio primitivo a través de una escalera interior. Está construida en hormigón, no tiene la más mínima estética, no guarda consonancia en absoluto con el edificio primitivo y es un auténtico atentado al entorno donde se encuentra. Un dato: Mi amigo farero lo llama el búnker.



La torre de este faro mide tan sólo 9 metros de altura y su plano focal se encuentra a 89 metros sobre el nivel del mar. Está fabricada en mampostería y es de planta circular rematada por un balcón que recoge la linterna. La óptica está formada por 4 paneles catadióptricos y descansa sobre un flotador de mercurio.  Posee una lámpara de 1.000 watios que ofrece un destello cada 5 segundos y tiene un alcance de 25 millas náuticas.  Su giro lo realiza un motor eléctrico y como reserva para casos de fallo eléctrico tiene dos grupos electrógenos que funcionan con gasóleo. Para los días de niebla el faro tiene una sirena Pintsch que emite la letra V.


*Los datos técnicos referentes al faro han sido tomados del libro "Faros del litoral asturiano", de Belén Menéndez Solar.


El viejo farero.

21 junio 2012

La ventana indiscreta.

Os invito a asomaros a una ventana que da directamente a la vida. El siguiente enlace os llevará a una cámara instalada en el nido de una pareja de águilas pescadoras.  La cámara transmite en tiempo real las 24 horas del día, con sonido incluido, y podéis ponerla en pantalla completa. Es justamente esta imagen que tenemos aquí al lado y si pulsas sobre ella te llevará a ver el nido en vivo. Tienen 3 polluelos y podemos  ver cómo  los cubren para protegerlos del frío y cómo durante el día les proporcionan sombra, cómo limpian el nido, cómo los alimentan...  tal vez alguna de las 3 crías no salga adelante, pero es una ventana abierta, de manera indiscreta posiblemente, a la vida. Con un poco de suerte los veremos crecer, cambiarles las plumas y, ¿quién sabe?  ver su primer vuelo.  Yo llevo un par de días viéndolo y es realmente bonito.




El viejo farero.

18 junio 2012

70.000 veces gracias.

Han pasado ya más de 3 años desde que a finales de abril de 2.009 mi querida amiga Mar se puso  a hacer aquella mudanza de escritos, imágenes y más escritos y se trajo, ella sola, todo aquello a este faro, un trabajo que nunca podré agradecerle en su justa medida porque además ella lo pintó con estos colores y le dio las luces y la música que nos acompaña. Incluso llevó, en la sombra y sin darle la menor importancia a lo que hacía, el mantenimiento de este blog.

Anoche, después de estos poco más de 3 años, alguien entró al faro. No sé quien sería, ocurrió casi de madrugada, pero su visita fue la número 70.000. Para muchos blogs este número será irrisorio, para otros una meta casi inalcanzable, para mi, que no aspiro a batir ningún récord ni a competir con nadie y que las visitas son regalos, es una alegría.  Es una alegría porque mi intención es compartir, ofrecer un poquito de mí mismo. Si esto fuese un faro de verdad esas 70.000 visitas serían otros tantos barcos que han pasado cerca, que se han detenido un momento y que han dejado una estela en el mar, a los pies de la torre. Unos han ido volviendo con frecuencia, otros pasaron y siguieron su rumbo, otros llegan por primera vez... pero todos me han hecho el regalo de aceptar mi regalo:las fotografías que hice y después dejé aquí, mis palabras, mis ideas unas veces y mis sentimientos otras. 

Mi más sincero agradecimiento a cada persona que durante este tiempo me ha dignado con su visita, a quienes habéis dejado un comentario, unas palabras de apoyo. ¿De qué sirve escribir si nadie te lee?  El blog es, en cierto modo, un faro que emite su luz particular en forma de palabras y, de la misma manera que los faros de verdad no saben qué barco recibe su luz este otro faro no sabe a quién llegan sus letras, ni siquiera sabe si llegan cada vez que las manda. Por eso este número de visitas es una alegría inmensa.

Gracias a todos...  70.000 veces gracias.


El viejo farero.

15 junio 2012

Día mundial de la carta escrita a mano.


Mi querida hermana: espero que al ser ésta en tu poder os encontréis bien, nosotros bien a Dios gracia.

Hermana, de lo que me dices que si…   así empezaban todas las cartas que durante años, siendo yo un crío, mi madre me dictaba para  mandárselas a su hermana. El resto de la carta variaba de una a otra, en ellas mi madre y mi tía se iban contando sus vidas:  los nacimientos de sobrinos nuevos, la muerte de algún conocido del pueblo… después las  cartas, siempre, todas las cartas, terminaban igual, con “besos y abrazos” y un montón de círculos y aspas que, según mi madre, representaban aquellas muestras de cariño: los círculos eran besos y las aspas los abrazos.

Era ilusionante mirar el buzón, encontrar una carta y, por la letra, adivinar de quien era. Luego mirabas el remite y una sonrisa te iluminaba la cara: carta de Barcelona, de la tita. El mismo protocolo, el mismo comienzo, calcado, solamente el nombre cambiaba. Al final de la carta, un folio con líneas que hacían de renglones para escribir derecho, los mismos círculos y las mismas aspas.

Hace años que aquellas cartas pasaron a la historia, tan sólo por Navidad las tarjetas de felicitación se escribían a mano. Ya ni eso. Era la agonía de un modo de comunicación en el que, con la carta, se mandaba una parte de nosotros: nuestra letra, el papel que nuestras manos habían rozado y después doblado cuidadosamente para que cupiese, el sello que nuestra lengua había humedecido para pegarlo a un sobre donde nuestra letra de nuevo era una bandera que nos identificaba antes de ser visto el remite.

Hoy no miramos el buzón, miramos el correo en una pantalla donde las cartas ya no se llaman cartas, posiblemente porque dejaron de serlo, y todo lo que vemos tiene esa frialdad que dan las máquinas. Ya no identificamos la letra de un familiar, de un amigo, de un amor. Ahora la letra no es la de María, es la Arial, la Georgia… ni siquiera quien nos la manda es María, ni el amigo Pedro, ni la tita Carmen, ahora quien nos escribe es maría1965@... 

Qué pena que avanzar sea olvidar y dejar atrás tantas cosas, que triste que se pierdan tantas cosas que formaron parte de nuestra vida: las cartas, el afilador, el cine de verano, los juegos de los niños en las calles…  Posiblemente avancemos hacia un mundo mejor, pero dudo que lo hagamos hacia una vida mejor. Puede que ni siquiera sea vida aquello a lo que avanzamos. Puede que la vida sea precisamente aquello que vamos dejando atrás.

A mí me gustaría mirar una buena mañana el buzón y encontrar una carta escrita a mano. Seguro que el corazón me daría un vuelco. ¿No os pasaría lo mismo, no os gustaría que alguien que os quiere volviese a tomar en sus manos un bolígrafo, un papel, y os contase de su puño y letra cómo le va la vida? ¿No sería eso mejor que abrir el correo en el ordenador y encontrarse diez correos con fotos de paisajes exóticos, con frases rimbombantes, con animalitos que se dan muestras de amor?  ¿Y si en lugar de esperar esa carta la enviamos? Hagámoslo, instauremos el Día Mundial de la Carta Escrita a Mano. El próximo martes día 19 mandemos esa carta, vamos a dar a un ser querido la alegría de recibir algo que estaba perdido. Yo lo haré.


El viejo farero.

11 junio 2012

5 faros de Asturias. Cudillero.


Cada vez que he visitado Cudillero mi mirada, de manera inevitable, ha terminado posada sobre su faro. Desde el puerto, desde el dique de abrigo, desde lo alto del mirador… Un día conseguí acercarme hasta la cancela que cierra el paso y aísla al faro del resto del mundo, fue la vez que más cerca estuve de él. Lo había visto desde la distancia, desde la proximidad que me regalaba su pequeño reciento, incluso desde arriba, desde ese mirador privilegiado que es la Atalaya,  y ahora este                                                   
farero me estaba abriendo las puertas del faro para que también lo viese desde dentro. Es un edificio sencillo, sin grandes pretensiones. Los faros, igual que tantas cosas, igual que las personas, no necesitan ser grandes para ser valiosos.
Desde que visité el faro portugués de Montedor he ido haciendo una pequeña colección de fotografías de sus escaleras. Aquí, como me dice el farero que hoy hace de guía, son más modestitas; tampoco los faros son tan altos ni tan anchos y por tanto sus escaleras no tienen nada que ver con las de Montedor o Sines, pero cumplen el mismo objetivo: a los fareros de verdad, a los hombres de mantenimiento, llevarlos a la óptica, a mi llevarme a algo muy 
parecido a una nube.

Miro desde el balconcillo el pequeño puerto viejo metido casi en la misma plaza del pueblo y, a poniente de éste, el nuevo, construido en 1.969 y que se llevo por delante la única playa que tenía Cudillero. Sus casas, el mar, el lugar donde hace unos años pasé la noche en la autocaravana cuando hice la ruta de los faros españoles… El mundo visto desde donde siempre he soñado.

El primer faro que hubo en Cudillero, como tantos otros, era una fogata que el Gremio de Mareantes encendía en el lugar conocido como La Garita. La leña fue el primer combustible utilizado para guiar a los hombres de la mar. Hasta finales del siglo XVIII todos los faros se iluminaban con hogueras que en ocasiones eran sustituidas por velas.

El faro de Cudillero se inauguró el 1 de agosto de 1.858 y el primer combustible utilizado fue el aceite de oliva; a los pocos años esta lámpara fue sustituida por una Maris de parafina y petróleo que alumbró en el faro hasta 1.930, año en que se electrificó. Hoy en día la óptica  está formada por un aparato cuadrado catadióptrico que encierra una lámpara de 1.000 watios. En caso de fallo entra automáticamente en servicio un sistema de iluminación con gas acetileno que utiliza dos quemadores ZBFA con un consumo de 15 litros/hora.

En 1.921 se amplió el edificio del faro siendo renovado por completo en 1.984. Las instalaciones actuales están rodeadas por un muro de piedra y el edificio está recubierto por azulejos de color claro y las partes bajas pintadas de blanco.

La torre de este faro, hexagonal,  tiene dos balconcillos consecuencia de la ampliación en altura del mismo (algo así como el de Sines) y ya antes de hacer la obra una canción popular decía:

El faro de Cudillero
lo van a poner más alto,
pa que alumbre a San Esteban (de Pravia)
y no se pierdan los barcos.

Y en la reforma de 1.984 se llevo a cabo la ampliación.
Como recuerdo se dejó el antiguo balconcillo y una escalera metálica exterior lo unió al nuevo que rodea la linterna actual. Al ganar en altura el faro también ganó en alcance geográfico por lo que la linterna existente entonces fue sustituida por otra más moderna de montantes helicoidales que recoge en si interior la óptica del faro cuya señal luminosa es un grupo de 4 ocultaciones cada 16 segundos teniendo un alcance de 25 millas náuticas.  A pesar de la reducida altura de la torre (no llega a 10 metros sobre el terreno) su plano focal se eleva a 30 metros. Dispone de una sirena para días de niebla de la marca Pintsch que data de 1.945 y  emite cada 30 segundos la letra D en clave Morse. Lo lógico sería que emitiese la primera letra del nombre del faro como es habitual, que  en este caso sería la C, pero dicha letra ya  era utilizada por el faro de Candás.*




*Los datos técnicos referentes al faro han sido tomados del libro "Faros del litoral asturiano", de Belén Menéndez Solar.

05 junio 2012

5 faros de Asturias. Avilés.


La semana santa era una buena fecha para escaparse unos días a Asturias. Allí mi amiga Sara tiene unos estupendos apartamentos en la Montaña Central, en Morcín, un lugar  situado a los pies del mítico Angliru y desde el que todo está cerca,  ideal para hacer escapadas a cualquier sitio: a la capital del Principado, a una cueva con pinturas rupestres de hace miles de años, a una playa que se enfadó con el mar y dejó de estar en él, a senderos que discurren por las laderas de  desfiladeros o a la costa a ver el Cantábrico, algún puertecito marinero y… en esta ocasión, visitar un faro por dentro.

Mi amiga Belén Menéndez me puso en contacto con  un farero de los de toda la vida que vivió unos cuantos años en el faro de la isla de Sálvora y que ahora tiene su casa en uno de la costa asturiana. Este hombre además de farero es buena gente y se ofreció a enseñarme el faro de Avilés si el trabajo se lo permitía.

Quedamos para la mañana del lunes  en la puerta del reciento del faro y mientras él llegaba aproveché para hacer algunas fotografías del exterior. En su entrada pone “Faro de Avilés”, aunque en verdad el faro ni tan siquiera está en su término municipal (pertenece a Gozón),  pero Avilés está a un tiro de piedra, es la población más importante que hay en las inmediaciones y el faro es la referencia de entrada tanto a la ría como al puerto avilesino.


Siempre me atrajo este faro porque su torre es, dentro de las españolas, bastante original y tiene cierto aire con los faros franceses o portugueses.  Se construyó en 1.863 en la margen derecha de la ría de Avilés en el saliente de San Juan de Nieva, y su torre es troncopiramidal recubierta de azulejos en otros tiempos blancos y que hoy, debido a la contaminación emitida por la factoría de Ensidesa resultan de un color amarillento pajizo. Posee una cúpula completamente acristalada y la linterna está rodeada por un balcón y una bonita cornisa. En su óptica existe un sector rojo que avisa de los peligros del bajo de El Petón. El faro en principio iba a erigirse en la punta de la Horcada, en el extremo norte de la boca de la ría ya que era mejor ubicación para la señalización marítima, pero el lugar resultaba demasiado expuesto a los temporales.

La contaminación de Ensidesa no se quedó en cambiar el color del faro, también se encargó de estropear y hacer desaparecer como tal la playa de San Balandrán situada en la misma margen derecha de la ría y que era muy utilizada por los avilesinos que cruzaban a ella desde Avilés  a través de un servicio de barcas que unía ambas orillas. Hoy en día San Balandrán es solamente un recuerdo y un cenagal donde reposan embarcaciones abandonadas.

A mediados del siglo XIX la reina Isabel II visitó Asturias y el diputado local D. Estanislao Suárez Inclán aprovechó para obtener de ella la aprobación de un proyecto para el encauzamiento de la Ría de Avilés y otras mejoras costeadas a partes iguales por el Estado y el propio municipio.

El 8 de noviembre de 1.861 salen a subasta las obras de construcción del faro, imprescindible para la entrada a la peligrosa ría que deposita importantes barras de arena en su desembocadura, alumbrando por primera vez el 31 de agosto de 1.863.


Desde su construcción el reciento que ocupa este faro está amurallado. El primitivo edificio era de planta casi cuadrada, de una sola altura, rematando esquinas y puertas con sillería y estando el resto de la fachada pintada de color blanco. La cubierta era a 4 aguas de teja roja. Las características actuales del edificio principal son prácticamente las mismas  aunque el color de la fachada se ha cambiado por el crema. La entrada principal se produce por la cara Sur y tiene como novedad un cuerpo adosado a la cara oeste con las mismas características. Esta obra data del año 1.917.

La torre ha sufrido alguna reforma y la linterna fue sustituida en el año 1.957 por una aeromarítima de La Maquinista Valenciana y está electrificado desde  en 1.926. Su luz es de color  blanco (salvo el sector rojo) tiene un alcance de 20 millas y al ser fija(no gira) ofrece ocultaciones cada 5 segundos. El faro tiene una altura de 15 metros y su plano focal es de 40.*

Cuando entras a la torre lo primero que sientes es una sorpresa total. Nada tiene que ver su aspecto exterior con la escalera que sube hasta la linterna. Visto desde fuera lo lógico es imaginarse una escalera más o menos amplia, de obra, que corre pegada a las paredes de la torre, en cambio se trata de una escalera de caracol hecha de hierro e inmensamente más estrecha de lo que sería esperable a la vista de la torre.

Desde su balcón las vistas son realmente bonitas pues tienes la Ría de Avilés a tus pies, al otro lado la playa de Salinas y un poco más lejos, hacia poniente, la costa de Castrillón y la isla de Deva.

Se pasa el tiempo volando mientras charlo  con este hombre y aprendo cosas de este faro. Le gusta su trabajo y le duele el cada vez mayor abandono que sufren los que ya no tienen farero. Y como en esta vida todo termina la visita al faro de Avilés llega a su fin. Me siento feliz por haberlo conocido por dentro, por haber podido subir a su linterna y por haber podido ver el mundo igual que lo ven los fareros, pero sobre todo me siento dichoso por haber conocido a este hombre, una buena persona, generoso y amable. Y eso, generosidad, es lo que le sobra  y me pregunta qué plan tenemos para hoy. –Ver este faro, con esto ya tengo el día hecho.    - ¿Quieres ver el de Cudillero? – Y este farero asturiano me deja sin palabras, con el corazón en la boca y el pulso a 150.



*Los datos técnicos referentes al faro han sido tomados del libro "Faros del litoral asturiano", de Belén Menéndez Solar.


El viejo farero.