Lo dijeron en algún programa de televisión hace unos días y yo, metido en mis cosas, no le eché demasiada cuenta, pero esta mañana en el parquecillo del pueblo he visto el césped lleno de hojas caídas de los árboles y he recordado aquella noticia. El otoño parece que tiene prisa por llegar y envolvernos con la luz cálida en sus atardeceres, con sus brisas más frescas, con el sonido de las hojas secas rompiéndose bajo nuestros pies al pisarlas...
En el bar de María dos amigos marineros están en la barra charlando con ella, un saludo, unas sonrisas y me uno al grupo sin dudarlo un segundo. La radio habla del tiempo, de las temperaturas más altas de lo normal que estamos sufriendo... y sale el tema de la hojas que los árboles dejan caer en pleno verano. Se adelanta el otoño, el tiempo está loco, el calentamiento global... Tiene prisa el otoño por llegar digo casi sin pensarlo y María, pasando un paño blanco como la nieve por las maderas viejas y oscuras de su mostrador dice que tal vez solamente quiera animarnos, decirnos que tardará más o menos pero que llegará, que este calor se terminará yendo. Es un recordatorio de que todo pasa, todo termina... y todo llega. La vida sigue. Las hojas en el suelo vaticinan una época de cambios.
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