03 marzo 2024

Nuevo comienzo.

Estaba una parte de este faro como esos trasteros en los que vamos poniendo cosas en las estanterías, al principio con cierto orden y cuidado, posiblemente porque nos sobra sitio y espacio libre. Después las cosas se van acumulando, vamos dejando unas encima de otras y terminamos perdiendo el sentido de qué hay y donde está.
Entré a buscar una cosa, quité otra que creía la ocultaba pero debajo de ella solamente encontré más cosas desordenadas. Me hizo cierta gracia leer las etiquetas puestas en cada estante indicando, en teoría, lo que había en cada uno porque, o en su día no las leía y ponía cada caja en cualquier sitio o un duendecillo ha estado viniendo al faro de vez en cuando y jugando a cambiar de sitio la mayoría de las cosas.
He tenido que vaciarlo todo y empezar de cero. Limpiar el polvo acumulado en los estantes, cambiar los papeles adhesivos que en otros tiempos puse por unos nuevos... He encontrado cosas que al verlas me han arrancado una leve sonrisa porque me traían bonitos recuerdos, otras he tenido que abrirlas y ver qué había dentro porque en principio no recordaba nada. En esas cajas he encontrado un poco de todo: recuerdos de hace años, unos agradables, otros crueles que han jugado a ser  cirujanos sin piedad que abren un poquito una herida ya cerrada para ver si estaba completamente curada por dentro.
Ahora, en la soledad del faro,  he abierto de nuevo la puerta de ese trastero y he mirado lentamente cada estante, cada caja que hay en ellos. La mayoría son las mismas que había ayer, hace una semana, hace un año... pero ya no están todas las que ocupaban entonces esas estanterías. Hay un pequeño montón fuera, apiladas en la explanada que da acceso al faro. Ninguna vale ya, ninguna merece la pena conservarla, están llenas de cosas que lo único que pueden hacer es  daño. 
Por unos instantes me he convertido  en un Torquemada del reino de mi faro y he condenado a todas estas cajas a la hoguera purificadora. Un montoncillo de ramas y piñas secas hacen de lecho sobre el que voy colocando una a una las cajas herejes. Un poco de gasóleo de los generadores, una cerilla que por un segundo parece una pequeña estrella fugaz... y los dañinos contenidos de las cajas  se van camino del cielo convertidos en un tenue columna de oscuro humo. La disipa el viento, desaparece. 
Entro al faro y dejo fuera los restos de la pequeña hoguera. La noche  amenaza con viento y lluvia. Limpieza completa. Nuevo comienzo.

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